viernes, 11 de mayo de 2007

Mis monaguillos



Tengo unos monaguillos que son un lujazo para mi. Les dices que hagan una cosa y se pelean entre ellos por hacerla. Los citas a las once y a las diez y media ya están aquí. Los mandas a un recado y no tienen reparo en obedecerme. Con chiquillos como mis monaguillos se puede hacer el cielo en la tierra. Eso sí, de vez en cuanto surge un pique y ya están peleándose. Uno se quiere meter para hacer paz y paces, pero al final hago el ridículo pues entre ellos, al minuto de la pelea vuelven a ser los amigos inseparables, muy dignos de una telenovela infantil, o los mejores monaguillos del mundo. Esta situación me recuerda mis años destinado en Alcorcón, cuando Mª Teresa y otros niños me sacaban de la cama para participar activamente en la liturgia del domingo. Tendríais que ver a mis monaguillos con sus hábitos franciscanos o sus túnicas blancas. Como os digo, son monaguillos de lujo, serviciales, simpáticos y, sobre todo, pillos; como tienen que ser.

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