jueves, 30 de septiembre de 2010

45 años

Dentro de unas horas, cuando el reloj de la vida haya circulado sobre las diez y poco del día uno de octubre, el mes de la vendimia, del presente año de 2010, un servidor vuelve a celebrar su cumpleaños. Con el sol en Libra y el ascendente en Sagitario, el ciclo de mis ilusiones debería de volver a renovarse, o sino, como dijo el profeta, morir.
Cuarenta y cinco años son muchos años. Y si me pesan a mí, cuanto deben de pesarle a mi madre que me estuvo esperando seis más. Pero sean los que sean, muchos, porque pocos no soy conscientes de expresar, bienvenidos sean, en esta nuevo marco que nos da la Tierra y las esperanzas, como nubes un poco claras, empiezan a ojear por el horizonte.
Cuarenta y cinco años. ¡¡Madre, cuarenta y cinco años, ya!!

Dice el dicho callejero que cuando las barbas de tu vecino veas quemar pon las tuyas a remojar. Y algo he de hacer dada la moraleja que he vivido esta mañana. En un amplio comedor comunitario, como sorpresa que te regala la vida, un buen mozo simpático ha celebrado, o por lo menos eso celebraba con ricas Yemas de Santa Clara de Siruela, sus cuarenta y cinco años. A mi, como en las películas me ha dado la tos, pero como no era el actor principal, ni se ha notado. He mirado su rostro. He mirado sus ojos. He mirado su piel. He mirado su alma. Y efectivamente, cuarenta y cinco años no tenía. O por lo menos no quería que los tuviese.
Uno, como presume de vocación periodística, se ha lanzado a las preguntas esenciales. ¿Has plantado un árbol? Seguro que algo sí he plantado. ¿Estas casado? Sí, con tres hijos; y como buen pedagogo, tocando el clavo de cada uno, me los ha descrito con pocas palabras. ¿Has escrito un libro? Uno no, cincuenta.
Dios mío, ¿qué hago yo en la vida? Si soy un quema bosques,mi corazón se pudre de tristeza y depresión en esta cloaca sexual que vivimos y lo único que escribo es un puñetero blog en Internet. Creo que me he comido tres o cuatro yemas de esa prodigiosa persona para ver si el dulce me estimula algo más en esta vida y gano, aunque un poco tarde, en amor, dinero y salud,o en escribir, amar y ser ecológico.

Hombre, tan malo no seré cuando en esta tarde me han regalado higos, uvas y manzanas de la Alcarria. Que parece que la tierra me quiere ganar. Y en mi nombre se han dado limosnas y propinas a los pobres. Sea como sea, y sin comparación, que cada uno tiene lo suyo, además de lo que se merece, uno debe de afrontar la vida, en este correr, apresuradamente con paz. Como le habían dicho al de las yemas, algún simeón bendito, que el punto de los cuarenta y cinco nos sitúa más cerca de los sesenta que de los treinta, y eso que existe el mismo tiempo, pero no es el mismo camino. No somos salmones que saltamos contracorriente para depositar toda nuestra esencia en la esperanza de un futuro mejor. Somos caminantes que caminamos cada día con la ilusión de trabajar, escribir, pintar y crear un mundo mejor. En cada paso, en cada día, en cada palabra, recitamos el nunc dimittis, porque nuestra vida, cada instante de ella, es un regalo del Ser Mayor.


Dentro de unas horas, cuando mi mente esté en Libra y mi corazón en Sagitario, habré entrado en esa última parte de mi vida que me hace estar más cercano con los de sesenta años que con los treintaiñeros. Y yo que pensaba que sería al revés. Qué mas da. Lo importante, me lo enseñó mi madre, es llevarme bien con todo el mundo. Que para eso hemos venido al mundo, para hacer amigos y para amar.

Gracias, cuarenta y cinco años.
Gracias, Vida.
Gracias, Dios




miércoles, 29 de septiembre de 2010

La Madre.

Que estoy enganchado todos los martes a Los Pilares de la Tierra es algo de lo que me he acusado con orgullo en el facebook, pues por lo menos puedo presumir de haber leído el libro de Ken Follett y de haberlo comprado en todas sus ediciones. La única que me resultó cómoda para leer esta maravillosa novela fue una edición que salió en tres volúmenes de un coleccionable de la obra del autor. Me gusta el sencillo fraile, Philipp, que quiere, desde su sencillez y humildad, luchando con el orgullo y la vanidad, construir una catedral para Dios, a pesar de tener toda su vida que luchar con la ambición de poder del señor obispo.
Pero hay otro personaje que a lo largo de toda la obra me seduce y me llena de admiración. No me refiero a Jack, el héroe de la novela, Jack Fitzjack o Jack Builder, el artista, arquitecto, escultor, soñador e inteligente protagonista que aparece como un mudo retrotraido y tímido a mostrar todo su talento en la construcción de los sueños de su padrastro, Tom, y el fraile, Philipp. No. No hablo de él. Quiero hablar de su madre, de Ellen. Una mujer que a primera vista parece salvaje, una bruja que deambula entre los matorrales del bosque, pero que está llena de cultura y refinamiento que la distingue del pueblo llano pues ella sabe leer y escribir, y supo, en medio de este ambiente salvaje, educar y transmitir una educación y valores a su hijo. Ella es la que conoce todos los secreto, no solo los que esconde el bosque, la abadía o las hierbas. Ellen también conoce lo que pasó en aquel desembarco que encendió la guerra en Inglaterra por alcanzar el poder.
No solo por su espíritu libre e independiente, por el poderoso saber con el que se defiende entre los clérigos que la amenazan de bruja, sino por la ternura con la que trata a su hijo deseando lo mejor para él aunque ella tenga que sufrir el aislamiento del pueblo.
Ellen es madre, una buena madre, que quiere siempre algo más para los suyos, para Jack, su hijo. Una madre quiere que su hijo crezca, se desarrolle y llegue a ser algo y alguien en la sociedad, aunque sea con sacrificios y con educación. No sé. En este personaje veo a mi madre, siempre pendiente de mí, siempre haciéndome crecer, siempre con educación y respeto como los pilares de mi vida, siempre sacrificándome para ser algo y alguien. Por eso tengo tantos celos de mis sobrinos, porque ahora está tan pendiente de ellos, que veo en ellos, como en una serie que se repite, aquellos primeros pasos que nunca vi. Te quiero, Mama.

lunes, 27 de septiembre de 2010

Fin de Fiestas.

En los primeros minutos del día 20 de septiembre la iluminación de las Fiestas y Ferias de Guadalajara se apagaron. Nada más terminar la Pólvora, la gente se dispersó por sus calles en busca de los hogares. Las Fiestas habían terminado. Comenzaban a soñarse y a perfilarse económicamente las del próximo año. Pero al próximo año Dios dirá.
He querido, a lo largo de estos días,mostraros algo más de Guadalajara. Hace una semana que terminaron y todavía se ven por sus calles algún cartel publicitario que te desea Felices Fiestas. Ya son del recuerdo. Han estado bien. Las hemos visto, las hemos fotografiado y os las he mostrado. Quien sabe si el año que viene alguien me deja una camiseta, disfrazamos el rostro y salimos en algún desfile. Sería otra forma de contar la fiesta. Lo que he vivido os lo he comunicado.
Tras las Fiestas la crisis se nota más y en todos los sentidos. Por eso buscaremos buenas noticias, aunque sea para ilusionar, y os las contaremos desde este Blog.
La vida continúa.





Pólvora.

A las diez y media de la noche dieron comienzo los Fuegos Artificiales, la Pólvora que ponía el broche final a las Fiestas de Guadalajara en el presente año de 2010. He querido que apreciéis el colorido y la duración del espectáculo. Ya cansado de tantos días, mirando al cielo estrellado y coloreado por los fuegos, uno pide poder descansar y que el año que viene sea mejor.










































El Toro de Fuego.

Después de la Traca, por las calles cercanas a san Ginés, el Toro de Fuego hizo sus delicias a todos los que se quisieron acercar. Muchos, tras el "Pobre de mí" y la Traca, como es el caso de las Peñas, se fueron hacia la urbanización Aguas Vivas donde iba a ser la Pólvora Final de las Fiestas y Ferias de Guadalajara.












La Traca

Una vez cantado el "Pobre de mi" por esa multitud de peñistas apenados por el fin de fiestas, desde el comienzo de la calle Mayor hasta el Palacio del Infantado se prendió fuego a la traca que lleno a los viandantes de asombro, miedo y espectación ante la rapidez del petardeo. Desde la puerta de san Nicolás intentamos seguir todo su recorrido hasta que desapareció de nuestra cámara.













domingo, 26 de septiembre de 2010

Pobre de mí

Con otra cara, esta vez llena de cansancio y con un poco de tristeza, las Peñas y Comparsas volvieron a recorrer la calle Mayor de Guadalajara para cantarle al Señor Alcalde el famoso "Pobre de mí". La traca que recorrerá dicha calle, el Toro de Fuego y la Pólvora será el punto final a una quincena de días donde la alegría ha sido el motor de la convivencia. Que sean otros los que hagan el balance. Yo me quedo con las Peñas y con ellas entono el empobrecido sentimiento del final, deseando, eso sí, que el año que viene, sean mejores. Porque para eso hemos venido a Guadalajara, para superarnos.