viernes, 3 de septiembre de 2010

450 AÑOS ENTRE NOSOTROS.

Querido Don Teodoro, Párroco de La Puebla de Montalbán.

Estimado Don José Benítez, Presidente y Hermano Mayor de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad.

Queridos devotos y devotas de la Virgen.

Amigos pueblanos.

Quiero agradecer la invitación que Vuestro Párroco y el Presidente de la Cofradía me han mandado invitándome a participar con Vosotros en los actos programados con motivo del 450 Aniversario de la venida de la imagen de Nra. Sra. de la Soledad a Vuestro pueblo.
Son muchos años de memoria histórica en los que los pueblanos han puesto de manifiesto el cariño a María bajo la advocación de Nra. Sra. de la Soledad. Y son pocos si lo comparamos con los dos milenios que lleva la evangelización cristiana surcando la faz de la tierra. Lo importante es que esta fe no se apague y esta luz mariana pueda seguir iluminando a los jóvenes en su búsqueda de sentido en esta sociedad tan complicada. Espero que María, Ntra. Sra. de la Soledad esté brillando en Vuestros corazones.
Personalmente siento muy cercana su presencia. Cuesta encontrar amigos en estas tierras alcarreñas. La soledad de muchas noches, frías y tristes, la he sentido protegida y acompañada por esa bendición nocturna que me llevó en mis paseos a terminar en su Ermita y rezar infantilmente las tres avemarías que un anciano amigo me enseñó a recitar para no sentirme solo ni en Madrid, ni en La Puebla, ni en Guadalajara. Es como una compañía especial. La Virgen de la Soledad no deja solos a quienes se sienten solos y quieren algo más de la vida.
Tal vez, la forma mejor de celebrar este gigantesco cumpleaños, además de festejar el día 4 con las comparsas litúrgicas que alegren al pueblo que vive la fe, es adentrarse en el silencio de su Ermita y con recogimiento hablar con Ella. Rezar, repetir las oraciones que nuestros ancestros nos enseñaron y que nos sirven para hablar con lo Alto. Pero también, como una pueblana más, sentir su cercanía, su amistad, su cariño. No estamos solos, María nos acompaña. En la noche oscura la presencia de María hace que la noche sea una noche santa. Por eso, quien pisa el suelo sagrado de la Soledad sabe que ha entrado en un terreno contemplativo y el corazón se resiente de la paz que se respira. Contemplemos nuestra soledad y la cercanía que esta Mujer ofrece a nuestras vidas. No estamos solos, estamos con María.


Con el transcurso de estos años, nada más y nada menos que 450 años, la lección mariana es bien sencilla. María no busca protagonismo; es una mujer sencilla, callada de la que destaca la virtud de la humildad por todos sus costados. La Madre de Dios se hace Madre nuestra y se acerca a nuestras limitaciones para estimarnos a crecer como personas y como cristianos desde los valores del Evangelio.
María, Ntra. Sra. de la Soledad, desde su presencia al pie de la cruz escuchó aquellas palabras durísimas de su Hijo: "Dios mio, Dios mio, ¿por qué me has abandonado? En nuestros ambientes en los que cada uno se mueve seguramente que escuchamos ese grito entre los jóvenes que después de estudiar una carrera no encuentran trabajo, a esa viuda o viudo que se ha quedado solo, al que ha perdido el puesto de trabajo, a quien a sufrido un accidente de tráfico o vive la amargura de un tumor en su cuerpo. Hoy también hay muchos que gritan desesperados su abandono. Y nosotros estamos al pie de sus cruces. No nos podemos quedar mirando. No nos podemos quedar escuchando. No nos podemos quedar con los brazos caídos. Como María, tenemos que acercar nuestros brazos a tanta desolación y llorar con ellos nuestra impotencia, pero siempre de una forma cercana y sabiendo mirar a los ojos del dolor. María nunca perdió la fe y la esperanza.

Os invito a que no seáis meros curiosos o espectadores de lo que ocurra mañana en su Ermita. No ha de ser un espectáculo más en este itinerario cultural en el que os veo crecer cada día más. La fe va por dentro y se manifiesta por fuera. Muchos pueblanos van todos los días a su encuentro porque saben el tesoro que esconde ese rincón pueblano. Que aprendáis de María a ser más humildes en vuestras vidas y a manifestar que vuestra fe con vuestra vida compartiéndola con vuestros semejantes.

Gracias, Don Teodoro, por vuestra invitación. Quiero, con estas palabras, hacer de mi ausencia una presencia cercana a todos y a cada uno de los pueblanos.

Gracias, amigo Benítez, por acordarte de mi. Es un detalle importante y significativo. Te deseo mucha suerte al frente de la Cofradía de Ntra. Sra. de la Soledad. Espero que todo se haya hecho en paz y concordía para no herir sensibilidades. Eres el hermano mayor y muchos pueblanos te necesitan para que les des una palabra edificante. Sé que la tienes; eres un hombre de fe que pertenece a una buena familia y a un pueblo santo. Qué María, Ntra. Sra. de la Soledad te acompañe. Vaya mi saludo a tus hijos a los que tanto admiro.

Gracias, Puebla.

Feliz 450 cumpleaños.

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