domingo, 25 de julio de 2010

Saludos desde Quero.


Me encuentro en Quero, mi pueblo natal. Tras bajar de Gijón y con la idea de seguir bajando hasta el Mediterraneo, he hecho una parada en mi pueblo para ver a mi familia, cargar pilas maternales y seguir disfrutando de mis vacaciones.
Quero, situado al sur de Toledo, es un pueblo bonito, muy bonito. Es lo que me dice mi sobrino, Antonio, que está aquí, a mi lado. Dice que os diga que ahora nos estamos preparando para celebrar las Fiestas Patronales de Nra. Sra. la Virgen de las Nieves, que es también, nuestra Alcaldesa Perpetua. Hoy hace calor. Mucho calor. Cómo echo de menos el frescor asturiano.
Antonio quiere deciros que ha tenido a su primer primo hermano a los once años y se siente contento y orgulloso de él. Se llama, Darío Rivera. El segundo apellido no lo recordamos. Darío habla poco, pero llora mucho. Tiene casi dos meses y es muy teatrero, hace muchos gestos en la cuna cuando está despierto. Aunque se pasa todo el día durmiendo, haciendo popo y pipí. Claro está, es muy, pero que muy pequeño. Y por eso también le permitimos que haga pampán y ventilaciones.
Hoy celebro diecisiete años de mi ordenación sacerdotal. Hoy, como hace diecisiete años, el calor es insoportable. Mi mente, mis recuerdos, mi historia estuvo y está muy marcada por aquel acontecimiento tan entrañable en mi vida. Por eso me ha gustado celebrar misa en mi pueblo y recordar ese acontecimiento. En estos años han pasado muchas personas por mi vida. He tenido varios destinos: Alcalá, Alcorcón, Madrid, La Puebla de Montalbán y, ahora, Guadalajara. En estos años las vivencias, experiencias y muchos acontecimientos vividos, han sido muy importantes y significativos en mi vida. Me gustaría seguir profundizando en ellos. No por los diecisite años de sacerdote, que son pocos. Más bien por los veinticico de vida religiosa que vivo con intensidad este año.
Antonio me dice que no me olvide de deciros que, Darío, se sentirá orgulloso de haber nacido el año que ganamos el Mundial de Fútbol.

viernes, 23 de julio de 2010

Adios, Gijón.

Hoy toca hacer la maleta. Tengo la sensación de haber estado aquí más tiempo que el que he pasado. La sensación es buena, muy buena. No me gusta hacer balance cuando lo que se pretende es estar: estar con un amigo, estar con esta tierra verde que sabe a mar, estar con sus gentes. Reconozco que me da pena marcharme, pero he de seguir mi camino; me esperan más gentes, más tierras, más amigos y mi madre.
Creo que esta es la novedad en este viaje. Mi amigo y yo fuimos hasta el monumento dedicado a la madre del emigrante y sus dimensiones, su rostro y la perspectiva que da la mano abierta hacia el mar, como lanzando el amor de madre como energía espiritual a su hijo, esté donde esté, es impresionante.
Tengo que dar las gracias a Julio por abrirme su casa y su amistad un año más. Pero también a Fernando, a Carmen, a Natalia y a alguna persona más, cuyos rostros ya son referencia para siempre de esta tierra y sus detalles muestran lo buena personas que son. Haciendo la maleta tendré que apretar para que todo entre. Me gustaría darles mi bendición. No solo hablar bien de ellos, más bien desearles suerte, desearles felicidad, desearles mucho amor. Que el cariño y la amistad que me han dado en estos días sea compensado con creces. Nada se pierde, el corazón que da recibe mucho más a cambio.
¡¡¡ Gracias, Gijón !!!



jueves, 22 de julio de 2010

Nostalgia

En estos días de vacaciones en los que el horario es más flexible, una película puede acostarte a las tantas de la madrugada o un desayuno despertarte antes de lo que pretendes, cuando tengo más tiempo para la nostalgia, el recuerdo o para hacer historia de mi vida. Últimamente mis vacaciones no tienen el referente de hacer maletas con un destino turístico, sino más bien, y como he expresado en más de una ocasión, las vacaciones para mí son días para compartir con esas personas importantes en mi vida. Y son importantes en mi vida porque manifiestan su cariño hacia mí. La familia y los verdaderos amigos los siento necesarios para recargar las pilas agotadas por un turbulento curso. Además, tengo muy claro que este tiempo es para descansar.

Será por esta motivación por lo que, en estos días, una música, un perfume, un tono de voz, un rostro, un parecido, una ropa, un estilo, una película, un ..., no sé qué, que en estos días también te acuerdas de aquellas personas que fueron un gran tesoro, que fueron muy importantes y valiosas, casi imprescindibles en estos días, y que ahora, ni su nombre, ni su número, ni su dirección ocupan un lugar en la agenda.

A lo largo de mis años he visto cómo ha ido desapareciendo gente de mi alrededor. Casi me atrevería a decir que han muerto en mi vida, aunque la realidad me muestre que la nueva situación es más dolorosa aún. Sí, creo que sí. Cuando uno muere, sabiendo y partiendo de que es ley de vida, el duelo, el silencio, la oración, el mirar hacia esa persona en sus días compartidos, y el tiempo te hacen aceptar la nueva situación en la que vamos en este peregrinar camino. Y eso que le tengo mucho respeto a la hermana muerte.


Pero no. Hay otras muertes más dolorosas. Hay otros fallecimientos que destrozan el alma y el corazón, como si de un mal de amores hablásemos y en vez de adelgazar y perder el físico por la pena, fuésemos minando todo lo valioso que hay dentro de cada uno. Fue una mala mirada, una palabra inapropiada, un gesto inadecuado, un tiempo desaprovechado. Fueron tantas cosas las que minaron la amistad, que rompieron el pacto honorífico, que perdieron la dignidad, el respeto y la libertad establecida como pilares de una relación. En éstos últimos años ha muerto tanta gente que no sé si estoy avocado hacia la soledad, como aquella insoportable levedad del ser.



Y no es cuestión de escribir cartas, ni de pedir perdón, ahora que es tan fácil que con un mensaje en el móvil, un correo electrónico, o simplemente un chateo por las redes sociales nos hacen acercanos a esa persona sin tener que mostrar el rostro avergonzado de nuestra culpa. Pero no, no es cuestión de pedir perdón, ni de acercarse de nuevo. Me gusta pensar que la vida no se mide por los años vividos sino por las etapas experimentadas. Es lo que pienso de esta gente que ya no está con nosotros, que ya no está conmigo. Fueron los protagonistas de una etapa, de un destino, de una meta. Volver, acercarse, pedir perdón es rebajar el listón de la vida a un sin sentido que hará repetir la escena. Lo importante es aprender de la vida, crecer como persona y enriquecernos. Entenderme, el perdón siempre hay que establecerlo como distintivo personal, ya que muestra, desde la miseria humana, el grado de amor que uno tiene. Pero el perdón dado para perdonar y olvidar. Así podremos introducirnos en la nueva etapa que nos toca vivir.
También el silencio, la oración y el tiempo me ayudan a olvidar, perdonar y a querer a estas personas que se han bajado, poco a poco, de la subida a la cima a la que estoy llamado. Pero los quiero de otra forma. Mas bien los quiero para olvidar. Pero es inevitable, un perfume, un rostro, una película, una música, un ..., no sé qué, me hace recordarles. Y es que ellos fueron importantes y valiosos para mí en su día. Ante su recuerdo quiero descansar en paz y seguir por mi camino, deseando que sean muy felices por el suyo.





miércoles, 21 de julio de 2010

Oviedo

Ayer estuve en Oviedo. Tenía muchas ganas de ir a esa magna ciudad y hacer fotos. Con borrar o limpiar el disco duro se me eliminó todo y de las cosas que mas sentí perder fueron las fotos de Gijón del año pasado. Por eso, cuando mi amigo dijo que tenía que ir a Oviedo el martes vi los cielos abiertos en estas nubladas tierras para ir a recorrer sus señoriales calles y admirar a sus ciudadanos. Me parecen especiales. No sé, veo en ellos elegancia, pulcritud, aristocracia, belleza. Me pasaré, pero los veo como si fueran de otro talante, más noble, me atrevería a decir.

También se vino otro amigo, lo cual hizo que el viaje, además de más entretenido, se hizo más interesante ya que él es asturiano y pude preguntarle muchas cosas sobre esta tierra y su carácter. Pero no empezamos bien. Bajamos en las primeras paradas cercanas a Oviedo, en Parque Principado, donde la extensión de un largo y nuevo centro comercial nos esperaba antes de adentrarnos en Vetusta. Además, debido al tiempo o a mi propio organismo, tuve la urgente necesidad de beber líquido y tomarme un café ya que me mareaba ante el barullo de la gente.


Por fin, y después de unos minutos de mucha risa tonta, llegamos a la Ciudad de la Regenta. Mi amigo tuvo que hacer unos trámites en un comercio, solo fueron unos minutos. El resto de la tarde sentí la libertad de ver la ciudad, sentir su fuerza cultural, escuchar a su gente y verla, verla: observando y mirando cada detalle. Además, su amigo me acompañó, no me sentí solo por Oviedo. Hice fotos. Busqué aquellas esculturas que tanto me llamaron la atención el verano pasado. Lo mejor es que hablamos mucho, no solo para oír las explicaciones que la literatura te ofrece en estas calles, sino para escuchar la vida compartida, también para sentir la realidad que, aunque parezca dura, tiene brotes de esperanza para los que saben mirar más allá de sí mismo.


Estuve en la Catedral. Esta vez buscaba algo más que ver un monumento arquitectónico. Por cierto, pocas fotos hice en su interior, el día estaba nublado y había poca luz en su interior. Esta vez buscaba al Señor Obispo, al Señor Arzobispo. Me dijeron que en el Obispado no lo iba a encontrar ya que vive en la Casa Sacerdotal. Creo que con Monseñor Sanz me unen muchas cosas. Por eso, cuando me dijeron que no estaba y que estaría toda la semana fuera no me extrañó nada, pero sí cuando la recepcionista me dio un trozo de papel, A6, para dejar una nota. No es que uno presuma de escribir, pero ante el papel en blanco pensé qué escribir. Una cosa es dejar una nota escrita a un amigo, otra es dejar constancia de mi mala letra a un infante eclesial. Lo escrito escrito está. " Me gusta mucho esta bella tierra y su buena gente. Creo que serás muy feliz aquí. Gregorio". Me parece que fueron mis palabras. Y luego pensé, ¿sabrá quién es Gregorio?



Pues sí. Tarde en Oviedo, haciendo fotos y hablando mucho. ¡¡Cómo me gusta esta ciudad!!





martes, 20 de julio de 2010

Como lluvia sobre Gijón.

La foto que he encontrado es una exageración. Quiero decir que casi llueve, pero sin llover. Es el típico calabobos, bollisquear, chispeando, y que en Gijón y en Asturias tendrá su palabra. Pero ayer, entre que era lunes y chispeaba, veía muchos rostros muy serios en mi caminar vacacional. Sobre todo el de esa señora rubia, de las oficinas de seguros donde fui con mi amigo. Ya le salieron mal las fotocopias y cada vez que salía a la puerta decía con voz fuerte que todavía seguía lloviendo. Y, de verdad, por la calle no se veía ni un paraguas, ni un gorro de agua, ni un chubasquero. Ayer fue lunes para la rubia y para muchos. Y punto.
Tengo que preguntarles a los asturianos que hacen con el dicho ese de a mal tiempo buena cara. Veo gente muy guapa y elegante. Y los comercios son caros, caros de verdad. Solo hay que ver las ofertas y rebajas del verano lo lejos que están de un bolsillo normal. Y lo digo porque aquí el mal tiempo parece reinar; la lluvia, el nublado, el aire y el airecillo se imponen en estas calles señoriales. Y es lo que yo quisiera saber, qué hacen los gigonenses para no borrar de sus rostros la simpática sonrisa y el elegante gesto del saludo en esta tierra tan bella pero tan tristona. Cuando vea uno se lo preguntaré. Hoy es martes.
Nota:
He preguntado y a ese agua fina de lluvia los asturianos lo llaman "orbayu". Y con respecto al tiempo y a sus caras me dicen que son felices porque esto es lo que les gusta, este tiempo, esta tierra, este caracter. Pues adelante amigos.

lunes, 19 de julio de 2010

Día y Noche.

Mala, mala, mala, maaaaaaaaaa.


Día y Noche.

Es verdad que el Blog de cine está en otro rincón cibernético de mi cuaderno como bloguero. Pero creo que es aquí donde mejor se me puede escuchar y entender la opinión y los sentimientos que me produjeron ayer al ver la última película de Tom Cruise y Cámeron Diaz. Mala, mala, mala.
He intentado leer críticas para mejorar mi negativa impresión pero no ha mejorado. Mucha gente también cree que es mala. Incluso yo diría que ofensiva al colocar en la ciudad de Sevilla la fiesta de los San Fermines, aunque se rodó esa escena en Cadiz.
La tensión que me producía el agente secreto Roy Miller ha quedado defraudado al ver esta película que desde el comienzo no despierta el interés ni la atención. Espero que mis vacaciones no se vean afectadas por este bodrio de película. Estáis advertidos. Saludos.






domingo, 18 de julio de 2010

Los amigos de mis amigos son mis amigos, ¿o no?

No sé si estoy autorizado. Pero el año que viene, si vengo a estas húmedas y frescas tierras, me traigo la grabadora y me dedico en mis ratos libres a escribir las historias que se cruzan por la calle, que oyes en una cafetería, o que escuchas directamente cuando alguien es capaz de mirarte a los ojos y abrirte el corazón. Hay tantas historias que deberían contarse. Hay tantas personas que deberían dejar escritas sus memorias. Primero como reto personal, porque la vida humana merece ser oída; mejor dicho, escuchada por uno mismo, que ayuda a corregir los errores y a ser más veraz; y también por los demás, para darnos cuenta que nuestra isla no está sola en este océano, sino que somos pequeñas islas y, si nos relacionamos, si confiamos, si somos capaces de ponernos cara a cara en el sentido verdadero que decía Tagore, podemos crear un archipiélago para defendernos de la inmensidad. Anoche salí y estuve entre vinos.

Tranquilos, no me emborraché. Creo que no es la expresión más correcta decir que estuve entre vinos, porque lo estuve y no fueron tantos. Pero sí los que crearon el ambiente propicio de encuentro, de apertura y de confianza para establecer los pilares de una buena noche, una cena estupenda y una velada magnífica. Estuve entre copas. Estuve entre amigos.


Gijón es verde, fresco y húmedo. Las personas que hay cerca de mí constantemente me dicen eso de qué calor, pero yo siento que tengo la piel de gallina del frío que tengo. Voy con un jersey al cuello y por las últimas horas de la tarde me lo pongo descaradamente. Pero no es del frío de lo que quiero hablar, porque este fresco se agradece. Recuerdo que dejé Guadalajara con algunos termómetros marcando temperaturas que superaban los cuarenta grados a ciertas horas de la tarde. Este fresco se agradece, vaya si se agradece. Ayer, cuando salí a cenar, no sabía qué ponerme, si la ropa de otoño o pasar directamente a la de invierno, porque la humedad mata mis riñones. Claro está, uno no quiere desentonar, y se coloca la prenda de abrigo, aunque sea como bufanda pija entorno al cuello.


Ya tengo esa edad en la que no me gusta conocer nueva gente. Me gusta estar con mi familia y con los amigos que me quieren. Eso lo he dicho y lo he escrito un montón de veces. Cuando ayer me propusieron salir para tomar y picar algo con los amigos de un amigo de un amigo, y acepté sentí que en algo me traicionaba. Pero también me negaba a mí mismo si no aceptaba la proposición, pues algunos amigos míos habían recibido un mensaje mío en el móvil donde les decía que comenzaba mis vacaciones y que una de las cosas que me apetecía hacer era "hablar". En concreto no sé a qué me refería cuando escribí esas palabras. Pero cuando me propusieron si quería salir con unos amigos a tomar algo lo acepté sin ningún filtro de enjuiciamiento. No creo que los amigos de mis amigos sean mis amigos. Tal vez, con el tiempo y creciendo en confianza, dadas unas circunstancias normales, esto sea posible. Pero pasados los cuarenta creo que se está mejor solo que buscando liebres entre viñedos. ¿Por qué no salir? ¿Por qué no conocer el ambiente asturiano de la noche? ¿Por qué no conocer a asturianos de pura cepa? Fui y no me arrepentí.
Me gustó el ambiente. Me encantaron las personas. Disfruté de la cena y de su sobremesa. Se abrieron ojos, corazones y almas entre vinos. Ya sé que aquí es la sidra. Pero para un manchego, la vida si es auténtica, con sus luces y sus sombras, con sus placeres y sufrimientos, con su trabajo y sus éxitos, ... La vida si es auténtica sabe a vino.









sábado, 17 de julio de 2010

¿De qué te ríes?

¿De qué te ríes? Me pregunta mi amigo, Julio. De nada y de mucho, le respondo. Pero ya me lo ha preguntado varias veces en el primer día en Gijón y siempre estaba pensando, o recordando, la misma escena. Es como esa anécdota graciosa que se nos queda grabada en la mente, que, por más que uno quiera, vuelve y vuelve, y arranca la carcajada fácil y sencilla, porque lo ocurrido le puede pasar a cualquiera, aunque la vergüenza no se la deseamos a nadie.
Os cuento. Vine a Gijón de madrugada. El autobús salió de la Estación de Méndez Álvaro a las 23,30 y sobre las seis horas del día siguiente llegaba a su destino. A las cinco llegamos a Oviedo. Un señor sin bajarse del autobús se acercó a la puerta trasera que estaba abierta para echarse un cigarro. No llegó a fumárselo entero porque enseguida arrancó el conductor y cerro la puerta. Pero en vez de volver a su asiento se metió en el servicio a realizar sus necesidades. Todos nos volvimos a relajar para coger el sueño y poder echar la última cabezada antes de llegar a Gijón.
En esto que una señora desde atrás empieza a hablar el voz alta y, medio adormecidos, entendemos que pide al conductor que pare el autobús. Pare. Pare. Por favor, pare. Y el conductor paró en el semáforo rojo más cercano y le pidió a la señora que se explicase. Nerviosa, y un poco histérica, le dijo al conductor, y a todos los que estábamos ya despiertos y pendientes de la palabras de la elegante señora, que su marido se había bajado en Oviedo y no había subido. El conductor bien le dijo que en Oviedo nadie se había bajado, salvo los pasajeros que lo tenían como destino final. Una chica y yo levantamos la mano y con una voz suave, como para no despertar a los compañeros que dormían, le dijimos que había un hombre en el servicio. Que su marido llevaba un rato en el servicio. A lo que la mujer nos miró, avergonzada, agradecida, sonriente y cómplice, diciendo un gracias y un perdonen, mientras volvía a su asiento de atrás donde seguramente venía durmiendo plácidamente.
El hombre tardó un buen rato en salir de ese nicho, que debajo de los asientos veintitantos y muy cerca de la puerta trasera, donde hizo lo que tenía que hacer. No hay cosa peor que viajar en autobús y no poder hacer tus necesidades mayores o menores. Hace unos días vi como un niño de tres años se estaba orinando en un bus urbano porque el pobre no podía aguantarse y los que estábamos cerca vimos como su pantalón iba cambiando de color seco a color húmedo, mientras a él la cara de vergüenza se le iba desinflando por una de placer. Claro está, que si uno va al servicio y está con pareja, si la necesidad no es muy urgente, porque antes de todo fue el cigarrillo lo que le levantó del asiento, bueno es decírselo para que luego no vaya nerviosa preguntando por fantasmas.
Desde Oviedo hasta Gijón, desde las cinco a las seis de la madrugada, entre los cercanos a mi, se escuchaba una risa de carcajada muerta que no paró de escucharse. No me extraña. Cómo va a pensar esa inocente mujer que su marido está sentado plácidamente en el trono del autobús.
¿De qué te ríes? De todo y de nada. Una anécdota.




viernes, 16 de julio de 2010

Puebla: ¡¡¡Felices Fiestas!!!

¡¡¡Felices Fiestas!!!

¡¡¡Enhorabuena por el pregonero!!!


¡¡¡Vaya Pueblo, La Puebla!!!


¡¡¡Qué suerte ser de La Puebla!!!


¡¡¡Bravo, Sñra Alcaldesa,
siempre defendiendo a su pueblo!!!
Felices Fiestas
del Santísimo Cristo de la Caridad
a Todos
y a Todas.






Con el Doctor Marín.

Como os comenté, la primera parada de mis vacaciones estaba en Madrid. Nunca sé si es el 21 o el 23 de julio cuando cumple los años el Doctor Marín; siempre le felicito tarde. Osea, que debe de ser el día 21. Pero todos los años me surge la misma duda, ¿será el 21, será el 23? Por eso, y un poco en recompensación al inmenso cariño que me profesa, pensé que lo mejor de estas vacaciones sería comenzar con él.
Madrid es Madrid, es mucho Madrid. Más si dentro hay referentes tan buenos como los que yo tengo. Quedé con el Doctor Marín para comer. Llegué antes de lo que tenía previsto. Hablar con él es un placer: un hombre culto, sensible, educado, religioso y profundamente espiritual. Sabe la edad que tiene y la etapa de vida que le toca. Por eso, desde su interior, vive el abandono del hombre que ha escrito el testamento porque ya ha vivido lo que la historia le ha presentado para recorrer. Y, si bien recorrer, recorrer, ya recorre poco, porque a todos los sitios ha de ir en silla de ruedas, su andar es alegre, satisfecho, humilde y generoso.
Una vez más me contó cómo me conoció en la parroquia de San Antonio del Retiro y cómo, desde mis sencillas palabras de presentación nada más pisar el altar del barrio Salamanca, sintió una admiración hacia mí, que poco a poco se fue tornando en cariño. Y si bien yo no pude encarnar aquel hijo que no tuvieron, si fue naciendo una buena y gran amistad. Como padre y como amigo le he tratado. Tal vez le he hecho sufrir al contarle todas mis alegrías y todos mis sufrimiento que he vivido. Desde que nos conocimos ha seguido mi perícopa y ha sufrido por mis destinos. Creo que él ha digerido peor que mis padres las increpencias que el tiempo ha dado a mi frágil personalidad. Pero como es un hombre de fe, y la fe nos une, el reto no deja de ser providencial.
Gracias por tanto y tan poco. Gracias por mucho y por nada. Gracias a la vida que me ha dado tanto y me ha mostrado tanto, y de tanto me quedo con la nada.
No dejé de pasear por Madrid, por su Gran Vía, ahora centenaria. Visité la exposición de fotografía y pintura militar que hay en el Cuartel del Ejército de Banco de España. Tomé café con otras amigas y me compré un capricho.
A las 23,30h. salía el autobús que me llevaría de madrugada a Gijón.
Pasó una tarde del día primero. Y todo era bueno.

jueves, 15 de julio de 2010

Empezamos. Día primero.

Y empezamos con un café. ¿Te apetece?
Claro que sí, más con esa frase tan bonita.

"El café reconforta el espíritu,
dulcifica el alma
y mantiene la amistad"

Dan ganas de brindar.

miércoles, 14 de julio de 2010

De vacaciones.

Mañana comienzan mis vacaciones. Estoy nervioso. Tengo la sensación de llevar mucho tiempo, más de dos años sin vacaciones; las del año pasado no me sirvieron para nada. Todo lo contrario, el estar solo disparó la velocidad del centrifugado mental que tenía y llevaba encima, que había momentos que rallaba la locura. Gracias a mis padres, al cariño y a la fuerza de la familia. Cada siete o diez días pasaba por Quero porque necesitaba, y sabía que su presencia me venía muy bien, el cariño, la aceptación y el sentido protector de los míos. Por eso, este año, este verano, que estoy mucho mejor, quiero volver por aquellos pasos que no fueron mis pasos, en el verano del 2009.

Termino de hacer la maleta. Dentro de una hora la volveré a deshacer. Así me paso los días previos a un viaje; hay que ir lo más ligero de equipaje que se pueda. Pero claro: ropa, libros, cuadernos, medicinas, calzado, aseo, y no sé qué más. Al final la maleta repleta. La verdad es que disfruto mucho haciendo el equipaje. Hubo unos años en los que la salida al extranjero hacía que tuviera que tomar valerianas de los nervios que arrancaban tanto preparativo. Aquellos años parece que desaparecieron. Aquellos viajes parecen suspendidos. Aquellos amigos ... se quedaron en el otro lado.

Hoy por hoy me gusta compartir mis vacaciones con las personas que me quieren, que desean estar conmigo, donde un café es una delicia y el tiempo un tesoro bien aprovechado.

Quiero empezar con el Doctor Marín, que bien se merece mi presencia, respeto y cariño. Luego marcharé a Gijón con mi amigo, Julio, el brujo, compartiré con Blanca y Antonio unos días en Benidorm, donde espero ver a viejos amigos de verano, y en mi pueblo, junto a mi familia y mis dos sobrinos, Antonio y Darío, disfrutar de la tranquilidad de un pueblo, mi pueblo, Quero. También espero que las puertas del Museo de la Palabra se vuelvan a abrir y encontrar en ese bello rincón el vínculo cultural que hace admirar a mi amigo, Cesar Egido. Muchas personas para tan pocos días.

Empiezan las vacaciones. Empezamos a descansar, porque sin descanso las vacaciones no son vacaciones.

Buen verano.

Versos a Medianoche III.

Solo un poeta, y era mujer, fue capaz de introducir el aroma de los árboles, el cantar de los grillos. Podía haber seguido. La luna mentirosa empezaba a crecer, las estrellas brillaban en el filmamento, aunque los árboles de la Plaza del Carmen no las dejaban ver, el aire estaba calmado, embriagado de tanta palabra amorosa. ¿Por qué hablamos tanto del amor? ¿Porque lo tenemos o porque nos falta? Porque nos falta, lo más seguro, por eso lo expresamos. Entonces, ¿por qué vamos tan estirados por la vida? Mas que versos a Medianoche, eran versos a la cigüeña, que espectante y de colores, presenció todo el bello espectáculo desde su acomodado nido; porque la poesía es bella, porque los sentimientos son bellos, porque son bellas las palabras que se recitan sin escucharse en la noche. Desde la infancia, los amores y la mística, algunos poetas fueron mostrando su poesía. Hay quien, para dejar constancia de su dominio, marcó el soneto como ribálida plantada en la oscuridad. Como digo, todos quieren hablar, todos quieren escucharse, todos agradecen al Ayuntamiento que en el patio de mi casa, que ya no es particular, los colores de la noche se hacen verso para cantar al hombrigo necesitado de ego. Mi única poesía en la noche, mis únicos versos fueron en la madrugá al chiscar los dedos y pedir que por favor me dejaran concebir el sueño.


Versos a Medianoche II.

Ya empezamos mal por la mañana templano. Mi balcón, repleto de banderitas españolas aguantó las emociones del fin de semana, la tensión del partido y la alegría de su victoria. Pero a eso de las nueve de la mañana veo un rostro aparecer, como el de Calixto, subido en su escala mortuoria, que con mono y estornudando sin parar sobresalta mi escribir matutino. Y compruebo que no he sido solo yo, todas las celdas son atacadas sin permiso y sin notificación. Ya el superior en funciones se encara y pide justificación. Por la tarde otro tanto, que si un escenario, que si sillas, que si ahora la moqueta y no digamos la megafonía. Tuve que salir a eso de las tres y media de la madrugada, chiscando los dedos para que los operarios del circo se dieran cuenta de que no son horas para dar alegría a la lengua en la puerta de un convento, no uno, sino dos.




Versos a Medianoche.

Me gustaría empezar hablando bien de este sencillo acto cultural que se ha realizado en la puerta de mi casa. Pero no pudo. Por eso, porque se ha hecho en la puerta de mi casa y aquí nadie ha pedido permiso. Y que se lleva haciendo muchos años. El mío es el primero y, creo, que la educación es para todos igual, para que el Alcalde o la Cocejala de Cultura, pida o avise, que los porfavores no cuestan nada, y en cultura se ofrecen con entusiasmo, un permiso o se escuse con un saluda y una invitación. Que esa es otra, que ni siquiera te siente invitado a un acto que desborda el gusto. Pero aquí todos quieren hablar y escucharse.




lunes, 12 de julio de 2010

Pero un beso de amor no se da a cualquiera.

En España, bendita tierra, donde puso su mano el amor, sólo en ella, el beso encierra, armonía, sentido y valor.
Y Casillas, cuando besa, olé, es que besa de verdad, y a ninguno de los dos le interesa en esa noche, besar por frivolidad.
El beso, el beso, el beso en España,
lo lleva el hombre muy dentro del alma;
le puede dar un beso a Holanda,
le puede dar un beso a Suiza,
le puede dar un beso a Paraguai.
Pero un beso de amor no se lo da a cualquiera.
Es noble, así lo aseguran, causante de males mayores y gran emoción,
si es sincero y puro, el beso va envuelto en gran ilusión.
Y Casillas, y toda España, cuando besa de verdad, besa y besa y besa y besa de alegría, porque ha ganado el Mundial.

Un beso, España.

domingo, 11 de julio de 2010

Guadalajara emocionada.

Son casi las dos de la madrugada. Creo que esta noche no voy a dormir. Toda Guadalajara se ha echado a la calle y se ha juntado en la Plaza de Santo Domingo, junto a la iglesia de San Ginés, para compartir la emoción, tensa y contenida, de un parido justamente ganado. Somos Campeones. Hemos ganado la Copa del Mundial Africano, pero nos ha costado. Si esta noche no duermo, dada la proximidad de la Plaza del Carmen con la Plazoleta del triunfo, haré reflexión y examen de conciencia por este mes tan apasionante vivido junto a estos chicos, estos hombres, que han hecho historia, y no solo por ganar la copa.

Este equipo ha sabido unir a muchos españoles en el orgullo de serlo. Como han escrito maravillosamente estos días varios columnistas en los periódicos españoles, el orgullo de ser español se ha sentido en las calles, en los balcones, en los bares, en los rostros de muchos hombres y mujeres que se han puesto o se han pintado los colores de la bandera española en su cuerpo. Soy español, español, español, español,... Es la voz que más se ha escuchado, y todavía, a las dos de la madrugada, suena el eco de un grupo de chicas encantadas por el ambiente que viven.

Y así, con el orgullo de ser español. Con una emoción sorprendente en mi al vivir este mundial tan futbolisticamente. Y con un sentimiento de haber ganado la Copa del Mundial, en parte, siento que puedo aprender mucho de este grupo humano que nos ha representado ante el Mundo entero. Y así, con lágrimas en los ojos ante el gol de Iniesta, con esa camiseta dedicada a los que no están, con un juego limpio ante la grosería del contrario. Como ha dicho un comentarista de televión, el dios del fútbol ha hecho justicia. Y con la voz del poeta popular termino cantando aquello de que ... ¡¡¡ España es la mejor !!!



Gracias, Campeones.


Una noche inolvidable.
Gracias, Campeones.

Guadalajara con la Roja.



Todos con la Roja

Esta tarde, más que nunca, estamos con vosotros.


Estamos con vosotros.

El Blog de Gregorio con la Roja. ¡¡¡ A por ellos!!!