sábado, 31 de enero de 2009

Paloma, la Blanca Paloma.




Lo primero. Paloma es mi amiga, una buena amiga, porque es buena persona y a ella me une más de lo que se ve. Y punto. Pero lo vuelvo a decir. Paloma es mi amiga. Desde aquí, desde estos cuadernos cibernéticos, desde mi Blog, te mando muchos besos y esa energía afectiva que todos necesitamos cuando guardamos el duelo afectivo de la traición. Ánimo.
Hecho este saludo especial a Paloma, quisiera, con el permiso de ella, que yo sé que me lo da, recomendaros su Blog. Tras pasar mucho tiempo respondiendo, refutando, aconsejando, correspondiendo a mis Buenos días, me alegro mucho que mi amiga Paloma haya decidido abrir su propio Blog, La Blanca Paloma. Tiene nombre de copla, de terraza cercana a la Puerta del Sol. Su nombre, como la copla, suena a palabra, a poesía, a libertad. Muchos la conocéis, es mujer comprometida, con ideales y grandes sueños. Tomar café con ella es como viajar, un día te habla de Marruecos, otro de la India, otro de Rumanía. Me siento afortunado de tomar café con ella y poder hablar. Es lo que quiero compartir con vosotros; el aroma del café y la reflexión de una social conversación. Es muy fácil. Toma nota y apunta. Mejor, grábala en favoritos. Cada día, la Blanca Paloma, te enriquecerá.
Besos, Blanca Paloma.
Besos, Paloma.


martes, 27 de enero de 2009

Sobre la Belleza.

La belleza entre las tinieblas
ROSA MONTERO 11/01/2009
El País.
A menudo, cuando disfruto de algo especialmente hermoso, un libro muy bueno, una exposición inolvidable, un espec-táculo excepcional, siento algo muy parecido a la envidia y me digo: si yo hubiera sido capaz de hacer esto o de participar en esto, creo que sentiría que mi vida estaba cumplida, que sólo con ello ya habría merecido la pena la existencia. Me sucedió el otro día viendo alguno de los mejores momentos de Varekai, el último espectáculo del Circo del Sol. Tanto tiempo, tanto esfuerzo, tanta gente afanándose al unísono para conseguir un minuto de magia: decoradores, iluminadores, músicos, actores, maquilladores, figurinistas... además de los artistas circenses, quienes, para lograr ese minuto soberbio, ese vuelo imposible, esa acrobacia exacta, han tenido que machacarse el cuerpo y la mente durante muchos años. Toda esa ingente marea de trabajo y talento se va uniendo y armonizando hasta culminar en una representación que dan para ti. Qué gran regalo. Una vez más pensé que un solo instante de verdadera belleza puede valer toda una vida.

Creo que no somos lo suficientemente conscientes de hasta qué punto los seres humanos necesitamos la belleza para vivir. Hablo de una necesidad primaria, básica, esencial. De algo casi tan importante para nosotros como la comida. Los cromañones trogloditas ya usaban collares, ya adornaban sus artefactos. Invertían tiempo y esfuerzo en hacer objetos aparentemente inútiles. Los neandertales, en cambio, no crearon adornos, aunque tenían la misma capacidad craneal y, por consiguiente, la misma inteligencia. Ahora los paleontólogos se preguntan si el éxito de los cromañones se habrá debido precisamente a esa diferencia; si la belleza nos ayudó a sobrevivir. Si esto es así (y yo lo creo), nada sería más útil que esa inutilidad.

El poeta romántico Friedrich Schiller decía que la política era una cuestión de estética: "A la libertad se llega por la belleza". Me parece que le entiendo; estoy convencida de que la falta constante de belleza aumenta la violencia y multiplica el mal. Esos chicos nacidos y crecidos en barriadas marginales y horrorosamente feas, esos adolescentes que nunca han podido saciar y tal vez ni siquiera reconocer el hambre de belleza que todo humano posee, son como niños físicamente maltratados. Individuos heridos y frustrados. La falta de belleza deja cicatrices que no se borran.

Algunos creen ver a Dios en ese afán de belleza, pero para mí es un rasgo radicalmente humano. Algo que llevamos inscrito en el más recóndito rincón de nuestras células, en el chapoteo de nuestra sopa química. Un regalo genético que nos permite olvidar que somos mortales. La maravillosa exposición de Rembrandt en el Prado es un ejemplo perfecto de todo esto. En sus 63 años de existencia, Rembrandt lo vivió todo. Tuvo un éxito temprano y arrollador, se casó con una mujer a la que amaba, era un vitalista, sin duda fue feliz. Cada vez pintaba mejor y era más verdadero, pero esto tuvo sus costes; su pintura dejó de ser tan comercial y empezó a irritar a sus clientes, porque no les hacía los retratos complacientes que exigía el mercado. Su éxito se apagó, se llenó de deudas, tuvo que venderlo todo, incluyendo su colección de arte, llegó hasta la más completa bancarrota. Cuando falleció, no poseía más que sus pinceles y su ropa vieja.

Uno o dos años antes de su muerte pintó el último del centenar de autorretratos que se hizo a lo largo de su vida. Es el Autorretrato como Zeuxis, un cuadro casi monocromático, en sombras y ocres y luces marfileñas, y para mí, la obra más conmovedora de la exposición del Prado. Zeuxis fue un pintor griego tan amante de lo hermoso que, según dice la leyenda, murió de risa al tener que retratar a una anciana feísima. Rodeado de oscuridad, el rostro de Rembrandt también sonríe en este lienzo. Un Rembrandt viejo, arruinado y olvidado, que además había tenido que enterrar a su primera mujer, luego a su querida segunda pareja, mucho más joven que él, y por último a su hijo Titus. Frente a todo este desconsuelo y este dolor, Rembrandt sonríe, y su gesto es el más triste y el más sabio que he visto. Mira, ésta es la gran broma, ésta es la pesada broma de la vida, parece estar diciendo. Hace falta saber mucho para poder verlo tan claro, para asumirlo así, con esa humanidad y esa modestia. Y con el coraje de seguir pintando. De seguir buscando la belleza entre las tinieblas. Esa belleza que quizá nos pueda rescatar del sufrimiento.


lunes, 26 de enero de 2009

Lo siento, Consuelo.








Lo siento, Consuelo.




Querido Pirata.


Ya sé que odias estudiar, sobre todo las matemáticas, que no sueñas con ir a Alcázar a realizar el bachillerato y, mucho menos, encerrarte en un Colegio Mayor de frailes a cursar una carrera. Tú te lo pierdes; ser y saber algo en la vida depende de uno y de lo que uno quiera experimentar.

Estos días estoy pensando mucho en mis años de la infancia; porque yo fui niño como tú y, como tú serás adulto como yo, quisiera que no cometieras las mismas equivocaciones. Es como un cuento lo que te voy a relatar, lo que te quiero decir, lo que quiero que aprendas.

No recuerdo si mi madre, la tía Basi, como la llama la familia, me colocaba un bocadillo o unas galletas en la cartera para ir al Colegio. No lo recuerdo. Que llevaba cartera y no una de esas enormes mochilas que llevan los chavalines ahora a sus espaldas sí que lo recuerdo. Era una cartera marrón con varias cremalleras y hebillas, y varios apartados donde meter el boli, el lapicero, la goma, el saca y los colores. Yo creo que en esa época no era costumbre que los chicos llevásemos comida en los recreos. Fue más tarde, cuando comencé a ir a Alcázar, cuando los bocadillos de salchichón se hicieron famosos entre mis compañeros pues mi madre, la tía Basi, me los hacía con unas rodajas que parecían ruedas de camión.

No recuerdo si algún día llegué tarde o si no pude ir por estar resfriado. Todos los días y a la misma hora el ritmo de vida lo recuerdo como si fuera un robot. No me despedía con besos y pamplinas de mi madre. Bastante tenía con apañar al resto.

Yo estaba deseando salir a la calle y encontrarme con mis vecinos, los únicos amigos que recuerdo, el Antonio, el Ángel, y otros, e ir al Colegio lo más divertido posible. Unos días echábamos carreras a ver quién llegaba antes. Pero eso no nos gustaba tanto, llegábamos fatigados, antes de tiempo y en invierno nos tocaba encender la estufa de leña. Preferíamos el potro, que tal vez era más penoso, pues colocados a cuatro patas nos saltábamos unos a otros de forma continua. Si era invierno unos días íbamos jugando con las piedras al mate, tratando de dar al compañero muchas veces. Si era verano era el tiempo de las chapas, de Mirinda, de Kas, de Konga, de Cocacola.

Muchas veces mi madre me regañaba porque me salía muy rápido de casa y me dejaba a mi hermano. Pero es que los hermanos son muy pesados y prefería que se fuese con otros vecinos de su edad. Yo tenía que tratar, tenía que jugar con los de mi edad. No sé como no perdí la cartera con tanto juego.

Ya en el Colegio recuerdo a muchos chicos y a muchas chicas. Había un gran barullo. No recuerdo si formábamos filas en el patio antes de entrar o nos metíamos en clase directamente para ayudar al comienzo de la clase a las diversas tareas del profesor; encender la vieja estufa, borrar la pizarra, colocar la ropa de abrigo correctamente y guardar silencio.

Algunas veces rezamos, aunque la mayoría comenzaba las clases con las explicaciones que el mismo profesor nos daba mientras con los más pelotas de la clase trataba de encender la estufa de leña. Eso daba pie a que nosotros creásemos corrillos de mala leche para criticar al fortachón del Fulanito que se las daba de listo y siempre estaba dispuesto a realizar cualquier berenjenal laboral de la clase, pero siempre estaba de los últimos en la fila de preguntar no porque no fuera inteligente, sino por no estudiar. Por las tardes su padre se lo llevaba al campo para lo que fuera; a arrancar hierbas, echar abono, sarmentar, o cualquier cosa que pidan las viñas. Pero él siempre se ofrecía voluntario, decía que así le veían las chicas y le decían lo bueno que era, y así se podría casar.

Recuerdo a mis profesores como personas mayores, me parecían muy viejos. Tal vez tenían menos edad de la que les pongo pero para un chaval de escasos años las personas mayores eran muy mayores. El día que perdimos el Sahara, el Maestro dejo caer un azulejo que había colgado en la pared. Tenía todas las provincias españolas colgadas; eran azulejos de un mismo color decoradas con recortes y fotografías de aquello que las caracterizaba. Vendría a cuento, claro que vendría. Pero nosotros no sabíamos nada, todavía nos costaba entender las noticias de la radio o de la televisión en blanco y negro, para comprender por qué el Maestro dejaba caer el azulejo estrellándose bruscamente contra el suelo. “Ahí te quedas. Ya no nos sirve”, dijo con muy mal humor.

Había una Maestra que era muy buena. Tan buena que yo creía que era mi abuela. Y es que la Maestra era vecina de mi abuela y por eso me trataba con mucha bondad. Tenía un hijo médico. No sé por qué razones muchos días me decía: “Pásate por casa y te doy unas medicinas para tu madre”. Más que medicinas eran vitaminas para mis hermanos pequeños. Se ve que a los médicos no les costaban los medicamentos o les sobraba por motivos que desconozco y los repartían entre las familias más pobres. Yo recuerdo estas medicinas-vitaminas como si fueran chuches. Había unas que parecían fideos de chocolate que estaban buenísimas.

Tuve otro Maestro que recuerdo con muy grata retentiva. Era muy alto, muy educado, siempre tenía palabras para cada uno. Cuando salíamos a la pizarra y resolvíamos correctamente el asunto a tratar el mismo nos aplaudía. Pero si tardábamos en la solución no dudaba un momento en enseñarnos su dentadura. Gesto que producía gritos de asco entre las chicas y un sentimiento de burro al que se encontraba de pie delante de él.

Lo recreos los recuerdo jugando. A mi no me gusta el fútbol, como a casi todos los chicos del Colegio. Aprovechaba para jugar con aquellos que se quedaban fuera de los dos equipos formados o me entretenía con las chicas en sus enredos. El recreo era un tiempo grande, libre, de gran esparcimiento. No existían los demás, solo los de mi curso, solo los de mi edad, solo los que estaban en mi clase. Aunque sinceramente me encontraba mejor dentro del aula. Cuando jugábamos en el patio veíamos a la gente pasar por la calle; hombres que cambiaban de tercio en el campo y cruzaban el pueblo para ir a otra viña; mujeres que iban a la compra con sus esportillos vacíos y el deseo de cargarlos para prepara la comida a la familia; abuelas que no tenían nada que hacer y se acercaban al Colegio paseando, dejándose ver por algún nieto. Pero casi siempre la gente nos respetaba, sabían que estábamos en la Escuela y, como en una cárcel, nos debían de respetar.

Pero había una persona que no hacía caso de esa norma, poco respeto mantenía hacia nosotros, niños que solo queríamos jugar y divertirnos, y que no estábamos preparados para entender los desquiciamientos de la vida y de la naturaleza. Había una mujer, una niña muy grande, que cuando podía se acercaba a la valla de la Escuela y con grandes voces y gestos muy raros nos llamaba. A nosotros nos daba mucho miedo, mucho miedo. Cada vez que aparecía el pavor se apoderaba de nosotros como si las pesadillas se hicieran presentes en pleno día, y recogiendo, si podíamos, lo que teníamos entre las manos, unas chapas, una baraja, una peonza, salíamos corriendo y nos metíamos dentro del edificio. Era La Muda.

La Muda era una chica gitana de unos veinte años que no estaba bien de la cabeza. No sé si le faltaba un verano, dos o diez. Pero La Muda no estaba bien, su madre, La Amparo, la tenía encerrada en su casa, pues cuando veía un poco la puerta entreabierta salía corriendo a la calle en busca de aventuras. Que La Muda se ha escapado y se ha metido en el silo de Cayo el Pocero y le ha dado un gran susto. Que La Muda se ha metido en la misa de la ermita y ha interrumpido el sermón de Don Balbino. Que La Muda se ha metido en la tienda de José y se ha llenado los bolsillos de nueces y no quería pagarlas. La Muda, siempre La Muda. Como la mala del pueblo nuestras madres nos decían para asustarnos que si no veníamos a casa a la hora indicada La Muda saldría a por nosotros y nos cogería.

Y algo de razón tenían. Como se escapase La Muda y en la calle se encontrara un niño ten de seguro que iba a por él. Por eso nos daba mucho miedo y nuestras madres se aprovechaban de este factor para tenernos más controlados. Incluso si no te ibas a la cama cuando ellas dijeran La Muda aparecería y nos llevaría con ella. Era el Coco de nuestro tiempo. Pero un Coco de verdad, de carne y hueso. Un Coco que balbucea unos sonidos ininteligibles. Un Coco muy feo, tenía aspecto de hombre y vestido de mujer.

No quiero faltarle al respeto, pero cuando yo tenía tu edad veía en ella muchas cosas raras. Y mi generación fue buena. Fueron los que vinieron detrás, que se apoyaban unos en otros, y la enfrentaban y la citaban y la insultaban. Y como los males nunca vienen solos a las voces e insultos se unía los de La María, La María la llorona. Con ésta había que tener cuidado pues no solo salía dando voces y tirándote piedras sino que en alguna ocasión salió con una hoz a por nosotros.

Ahora conforme lo estoy escribiendo me río; me río de mi, me río de mis amigos, me río de los chicos que salían corriendo delante de las dos. Qué escena. Incluso un día por dejarle la bicicleta a mi primo tuve problemas con tu abuelo porque mi primo se llevó a La Muda por delante en un gesto de bravura. Que tiempos. Que años. Que vida.

Hoy con una edad superada y una nueva mentalidad miro mi pasado y me gustaría no borrarlo pero sí pedir perdón. Un perdón que nazca de la educación que he recibido y he ido madurando. Un perdón hacia las personas a las que ofendí, insulté y corrí. Entonces se llamaba La Muda. Hoy sé que se llamaba Consuelo; y su nombre y su extraño cuerpo descansa en paz. Y es lo que pretendo con este relato que te cuento, buscar la paz de mi conciencia, poner en paz mis recuerdos y exponer este caso a la paz del pueblo. No sé por qué siempre nos reímos del más débil, insultamos al que es diferente y al que es distinto tratamos de eliminarlo.

Quisiera, querido Pirata, que tú seas diferente, que aprendas de los errores de los demás y de los tuyos propios, para que el mundo que te rodea crezca sanamente a tu alrededor. Las personas son como las plantas que hay que regar para verlas crecer, sino las mimas, si no las riegas, si no estás pendientes de ellas se marchitas, entristecen y se mueren. No creo que La Muda, Consuelo, se muriera por mis insultos, ni por las voces de los que como yo estábamos dispuestos a defender nuestro juego, el salto de la comba, las peonzas, o el dólar cadena. Pero si pudimos atormentar a esa niña grande que como mujer quería ser niña y como niña se mostraba mujer con la fuerza de un hombre.

Hoy a estas personas no te las encontrarás por las calles ni en una casa, ya hay Centro especiales. Pero si los ves trátales sin miedo como lo que quieren ser: un niño, una niña, un corsario, un aventurero. Porque así los harás felices y tú serás muy feliz de jugar con ellos. Ahora que tanto hablan del acoso escolar, no sé que harían con nosotros que perseguíamos a los tontos de los pueblos y les hacíamos daño. ¡Qué violenta generación! Cada pueblo tiene su tonto, su tonta, como un patrimonio particular. ¿Por qué los perseguíamos? ¿Por qué íbamos a por ellos y los insultábamos? Me gustaría que aprendieras de mi error, que sacaras algo positivo de este relato y que la experiencia de los años te hagan a ti más dócil en tus relaciones. La educación no se aprende en la Escuela, ni en Alcázar, ni en un Colegio Mayor. La educación se aprende en tu casa y por el ejemplo de los que están más cerca de ti.

Lo siento, Pirata, si te muestro mi infancia cruel y violenta cuando me tienes idealizado. Lo siento, Consuelo, no fui bueno contigo. Lo siento.






sábado, 24 de enero de 2009

Nuestra Señora de la Paz


Nuestra Señora de la Paz,
Patrona de La Puebla de Montalbán.
24 de enero de 2009.
Queridos hermanos. Buenos días. Recibid el saludo franciscano de Paz y Bien.
Quiero, en esta mañana de enero, saludar muy agradecidamente, por esta invitación a estar en medio de vosotros, a nuestro párroco, Don Teodoro.
Saludo con afecto a nuestra Alcaldesa, Doña Araceli, a su Equipo de Gobierno y a todas las Ilustres y Dignas Autoridades que se encuentran aquí.
También lanzo un saludo cariñoso a nuestras monjas de clausura que en estos momentos, tras el muro sagrado del Santísimo del altar mayor se encuentran en oración.
No menos que saludar en esta ocasión a todos aquellos fieles en Cristo resucitado con los que comparto el deseo de hacer de La Puebla de Montalbán un pueblo grande, orgulloso y emprendedor.
Que la Paz y el Bien del Seráfico Padre San Francisco les bendiga, les guarde y les proteja en la misión en la que se encuentran.
Me gustaría tener presentes en esta eucaristía, en la que nos unimos los vivos y aquellos que nos han precedido en la vida y en la fe, a todos aquellos que nos han dejado en estos días. Que su recuerdo no se apague, que su esfuerzo y trabajo no se olvide y que en lo profundo de nuestro corazón esté el deseo de que descansen en paz con la esperanza de la resurrección.
Me gustaría tener con esta eucaristía un pequeño homenaje a todos aquellos que se consideran obreros en esta grey y colaboradores desinteresados en la construcción del Reino de los Cielos en las tierras y cumbres de Montalbán; las y los catequistas, los responsables de cáritas, los animadores de la liturgia, los visitadores de enfermos, los que viven su vida desinteresadamente entregados a los demás, los que viven anónimamente el evangelio.
Me gustaría sentirme hoy, aquí y ahora, iglesia viva; unido a mi familia, que está lejos, y unido a mi familia, que sois todos vosotros y que estáis cerca, muy cerca de mí. Hoy quiero sentirme iglesia, parroquia, comunidad, fraternalmente unido a los hijos de Dios que se consideran libremente enganchados al evangelio, a la buena noticia de Jesús.
Tal vez mi preocupación, un poco vanidosa, en estas tierras de Fernando de Rojas, sea que me recuerden:
*me gustaría que me recordasen mis alumnos a los que trato de infundirles unos principios y cultura religiosa, así como a ser buenas personas, buenos ciudadanos en nuestra sociedad,
*los que han recibido de mis manos el sacramento de la amistad en la Primera Comunión, su primera eucaristía, un día muy feliz,
*los que me han hecho partícipe de su amor y han querido que presida su matrimonio,
*los niños a los que les he derramado el agua viva que purifica, perdona y salva en el bautismo.
Quisiera animar a los jóvenes a confirmarse en la fe. La Iglesia os necesita, sois muy importantes, sois la esperanza. Necesitamos jóvenes auténticos, arrogantes con ímpetu, enamorados de Jesucristo. Enamorarse de Jesús de Nazaret no es afeminar la conducta, todo lo contrario, te curte en la fe, en la vida, en los valores importantes y significativos de la persona.
Gracias a todos por esta invitación y por compartir esta eucaristía conmigo.
Las lecturas que hemos proclamado en nuestra asamblea cristiana quieren transmitirnos luz y esperanza en medio de las tinieblas que vivimos.
El pueblo que caminaba en tinieblas vio una luz grande. Dice Isaías. Una luz les brilló que hizo que acreditara la alegría, aumentara el gozo, porque se ha quebrado la vara del opresor, el yugo de la carga, el bastón que los golpeaba. Isaías era un soñador, un profeta en medio de muchas dificultades, en medio de muchas crisis. Esa luz que brilla, esa luz que es grande no es otra que la de Jesucristo, cuyas palabras, gestos y obras nos hablan del Padre perpetuo y le constituyen en Príncipe de la paz.
Qué maravilla de consejero si tenemos a Jesús como ese amigo, ese amigo que nunca falla. La paz del Príncipe de la paz es una paz sin límites. Isaías invita a su pueblo a no desfallecer en medio de todo el sufrimiento que esta aguantando. Arrancados de su pueblo, de su tierra, de sus costumbres y tradiciones, los israelitas sienten que van a perder su identidad. Hace unos días me decía un amigo que echaba de menos los panecillos de san Antón, y él no es de iglesia que digamos. Isaías pone todas sus fuerzas en animar la fe de su gente para que, en medio de las dificultades, no pierdan su identidad, su fe y su esperanza.
Estos días hemos visto cómo se cumplían los sueños de un profeta del siglo XX, un profeta de la libertad y la igualdad, que como Isaías, soñaba con el abrazo fraterno de los esclavos y los amos, de negros y blancos, compartiendo la misma mesa.
Pero para conseguir, para realizar, para concretar un sueño hay que desearlo con mucha fuerza; tiene que estar en el pensamiento y en la voluntad del corazón.
De una forma especial pedimos en esta eucaristía por la paz en Oriente Medio, en el Congo y en todos aquellos sitios donde la justicia y el derecho son violados. Dichosos, dice también el profeta Isaías, los pies del mensajero que anuncia la paz.
San Francisco, del cual celebramos este año, 800 años como Orden, decía todos sus frailes que fueran instrumentos de paz. La oración universalmente conocida de él es la que dice y reza. Haz de mí, Señor, un instrumento de tu paz.
Oración de Paz San Francisco de Asís
Señor, hazme un instrumento de tu paz;
donde haya odio, ponga amor;
donde hay ofensa, perdón;
donde hay duda, fe;
donde hay desesperanza, esperanza;
donde hay tinieblas, luz;
donde hay tristeza, alegría.
Oh Divino Maestro,
que no busque yo tanto.
Ser consolado como consolar.
Ser comprendido como comprender.
Ser amado como amar.
En este año, la fecunda familia franciscana celebramos el 800 aniversario de la primera regla (1209). Puede considerarse el momento del nacimiento de los franciscanos.
Francisco de Asís, lleno de entusiasmo y acompañado por sus primeros seguidores, acudió, a petición del Papa, a Roma. El Vaticano, entonces, en San Juan de Letrán, le había pedido que presentara por escrito su propuesta.
Francisco se resistía. Pero al final, ayudado por un compañero versado en la Biblia, escribió unas letras cuajadas de evangelio puro y duro. Aquel encuentro entre la Iglesia, llena de poder y riqueza, de Inocencio III, y el fraile pobre de Asís no aconteció sin tensiones.
La misma manera de vestir del santo y ese texto eran una denuncia de aquel mundo tan alejado del Evangelio. Por eso, al final, se le mandó a casa diciéndole, poco más o menos, que podía continuar, pero sin exagerar. Y que no se olvidara de regresar con un texto más canónico.
A pesar de todo, Francisco de Asís continuó, en comunión con la Iglesia, su itinerario evangélico. Una gran familia, con distintas sensibilidades, que todavía hoy encuentra en su personalidad una fuente de vida y felicidad.
El hacer memoria de aquella primera regla enfrenta a los franciscanos/ as con las genuinas raí­ces de su carisma. Este año se convierte para todos aquellos que beben de las fuentes franciscanas en un kairos, es decir, un tiempo de gracia y renovación.
Algunos aspectos de Francisco de Asís no sólo son actuales, sino también atractivos para mucha gente y, particularmente, para los jóvenes. Destacaría los siguientes puntos fuertes y, además, elementos diferenciales de su espiritualidad: la fraternidad, la pobreza y la sencillez, la paz y el medio ambiente.
Para Francisco de Asís, la principal tarea de su vida era hacer sentir a todos los hombres, sin ninguna clase de discriminación, que somos hermanos. Que Jesucristo, haciéndose hombre, nos había hermanado a toda la Humanidad. Él quería que esta fraternidad utópica se viviera en sus comunidades para que fueran el modelo a vivir por todos. Sin duda, la fraternidad es una tarea inacabada y, por eso, una llamada en este año a revitalizar el tejido fraterno de nuestra sociedad, mirando a Francisco de Asís. La pobreza y la sencillez frente a la prepotencia y el desprecio.
Ayer como hoy, el poder y la riqueza son los signos de identidad de una sociedad hastiada, repleta del colesterol que ahoga las vidas y enturbia los corazones. Francisco, frente a esto, levanta la bandera de la credibilidad, mostrando una coherencia absoluta entre palabra y vida. Se puede vivir feliz con poco o nada. Y no vale la pena perder la vida por lo perecedero.
Un mensaje tremendo para nuestra sociedad de la opulencia en crisis. Y desde ahí nos invita a la solidaridad y comunión profunda con los pobres.
Mensajero y hacedor de la paz. Ésta es otra de las características de la espiritualidad de este santo. La intensa búsqueda de la auténtica paz reconciliadora entre los hombres fue uno de los vectores fundamentales de su vida. En un mundo plagado todavía de guerras, de odio y violencia, el mensaje de alguien que sueña casi inocentemente en hacer posible un mundo de amor suena una vez más a la utopía de un loco del amor de Dios.
Finalmente, Francisco de Asís extendió su fraternidad a toda la creación, por eso las llamó: «Hermano Sol, hermana Luna, que va ampliando hasta la hermana muerte.» Un profeta de la eco-teología, que nos invita a respetar la Tierra y el medio ambiente, frutos del creador. La actualidad de este tema es ineludible. El cambio climático ha penetrado con fuerza y preocupación en la opinión pública. Francisco nos recuerda a los cristianos la motivación fundamental de nuestro respeto al medio ambien­te, cuyo deterioro, además, genera pobreza y hambrunas en los países pobres.
Un Año Santo para la reflexión y la oración. Un tiempo para actualizar las estupendas intuiciones del santo de Asís.
Francisco de Asís es, sin duda, uno de los hombres más admirados de todos los tiempos. Uno de los grandes santos muy venerado por creyentes y no creyentes. Su recuerdo suscita aún admiración y simpatía en todos los ámbitos, sean laicos o eclesiales. Estamos ante uno de los principales profetas, que ha inspirado ayer y hoy a pintores, escultores, novelistas, directores de teatro y cine. Su biografía es una inagotable provocación para el mundo del arte y de la cultura.
Francisco rezaba a la Virgen, a la Madre de Dios, a la Madre del Príncipe de la Paz , así:
¡Salve, Señora, santa Reina,
santa Madre de Dios, María,
virgen hecha iglesia,
elegida por el santísimo Padre del cielo,
consagrada por él con su santísimo Hijo amado
y el Espíritu Santo Defensor,
en ti estuvo y está
toda la plenitud de la gracia y todo bien!
Vuelva a ti su mirada y te conceda la paz.
¡Salve, tabernáculo suyo!
¡Salve, casa suya!
¡Salve, vestidura suya!
¡Salve, esclava suya!
¡Salve, Madre suya!
Que en nuestros días, como dice San Pablo a los Gálatas, bajo nuestras leyes, derechos y justicias, sintamos que la Virgen de la Paz, nos envía a Jesucristo, el Príncipe de la Paz, para rescatarnos del odio, la indiferencia, la venganza, el orgullo, para sentirnos que somos hijos de Dios y hermanos de todos los hombres. Ya no somos esclavos. Podemos decir: “¡Abba!” Padre.



jueves, 22 de enero de 2009

Radio Puebla 4 años


Poco a poco la niña va creciendo. Ya tiene cuatro años y hoy celebramos su fiesta. Parece mentira, pero ya han pasado algo más de cuatro años que empecé a oír los rumores en nuestro pueblo de querer instalar una emisora de radio. Radio Puebla cumple cuatro años. Felicidades.
Felicidades a Carlos.
Felicidades a Félix.
Felicidades a Gabi.
Felicidades a todos los Colaboradores que han hecho de las ondas de la radio la voz de La Puebla de Montalbán.
Todavía es una niña, pero ya sabe andar, hablar y escribir. Con cuatro años todavía queda mucho por andar, aprender y comunicar. Los cuatro años nos hacen ver cómo esa idea, esa ilusión, ese proyecto, poco a poco, ha ido tomando realidad y fuerza. Que no se pare aquí, que siga creciendo, que siga cumpliendo años.
Muchas Felicidades, Radio Puebla.
Te quiero.

miércoles, 21 de enero de 2009

I have a dream







"Hoy les digo a ustedes, amigos míos, que a pesar de las dificultades del momento, yo aín tengo un sueño. Es un sueño profundamente arraigado en el sueño "americano". Sueño que un día, en las rojas colinas de Georgia, los hijos de los antiguos esclavos y los hijos de los antiguos dueños de los esclavos, se puedan sentar juntos a la mesa de la hermandad".


Martin Luther King






viernes, 16 de enero de 2009

Quedan las palabras


Desde pequeño y con una teología casera, de pueblo, de campo y de matanza, fui educado en los valores que esconden los Mandamientos de Moisés. Cuando era pequeño mi referencia era el Niño Jesús que, como un amiguito invisible mío, se enfadaba si mi comportamiento no era bueno o el deseado por mis padres. Por eso creo que desde muy joven las tablas del Príncipe de Egipto fueron referencia en mi vida. Con el tiempo, madurando la fe con los estudios eclesiásticos y la experiencia humana fui consciente que mi camino para llegar a la perfección no se encontraba en los relatos del Éxodo sino en los evangélicos y en concreto en las Bienaventuranzas. Jesús de Nazaret ya no era un niñito maravilloso sino un líder nato que arrastraba mi curiosidad por derroteros que yo nunca me hubiera imaginado. Que duro y complicado es el examen de conciencia desde esta nueva perspectiva; ya no son mis acciones las que me condenan sino la falta de caridad, solidaridad y altruismo hacia los demás.
Es en este mundo, en el aquí y ahora, cuando debemos de mostrar el sello cristiano en esas circunstancias en las que se nos pide que seamos buen samaritano. No me gustan las medallas, ni las de oro ni las de plástico, ni las de metal. No me gusta que los símbolos religiosos se exhiban con orgullo y sí con sencillez y caridad. Últimamente hay muchos obispos a mi alrededor y eso no es bueno, demasiados ingenieros para arreglar un camino por el que no pasa nadie. Hay que volver a leer el Sermón de la Montaña y sacar las palabras frescas de Jesús para que tengan vida en nosotros y nos hagan portadores de paz, solidaridad y amor. Obras son amores y dejémonos de panfletos. La caridad es la virtud teologal que debe mover a las otras virtudes para crecer como persona y como creyente.
Tengo sed. Dame algo pá comer. ¿Tienes algo de ropa? ¡Estos clérigos que no van a ver a los enfermos! Estos y muchos más reclamos recibo al día. El reto de las Bienaventuranzas está en la calle y a todas horas. La paciencia, la solidaridad, el ser instrumento de paz y llorar con las penas ajenas es algo cercano. Por eso, cuando me invitaron a comer con los internos del Centro Penitenciario de Ocaña II, el bienaventurado y dichoso me sentía yo, mucho más que el que ejercía la caridad de la invitación. Porque siempre he visto como una laguna, como un vacío, como un reto en la vida visitar la cárcel, visitar los presos, visitar a aquel que ejerce la penitencia noche y día.
El pasado sábado un grupo de reclusos de Ocaña II, amigos y amantes del teatro, representaron en La Puebla de Montalbán, Quedan las palabras. Lo que comenzó como una actividad de tiempo ocupacional se ha convertido tras tres años en una pequeña compañía de teatro, Ícaro Teatro, que sueña, porque la vida es sueño, en otra realidad que la que ven día tras día y el teatro les muestra los sentimientos de libertad que necesitan. Destaco la educación con la que fui tratado, la confianza demostrada y los guiños simpáticos de complicidad. Fue una tarde maravillosa en la que desaparecen prejuicios en la que rompes el pijama y ves rostros, nombres, personas e historias.
Continuamente te preguntas qué habrán hecho estos jóvenes para merecer esta zona residencial con todos los gastos pagados y a la que nadie ni nunca queremos ir. Nunca había ido a visitar un preso. El sábado, avergonzado, sentía que eran ellos los que querían verme y visitarme. Incluso el rostro de Jesús se hacía más palpable cuando me presentan a uno que se considera cristiano activo y promueve, dentro de la cárcel, grupos de oración y de lectura. Y su testimonio fue visible pues cuando regresaba a Ocaña, tras ser registrado, cacheado y esposado, entre sus manos llevaba un libro grueso para leer en el furgón.
Esta semana me he sentido bendecido por el Padre por tan grata experiencia que he compartido con mis alumnos y ahora con vosotros. Siento que he pasado a otra categoría y he heredado la confianza de los que creen en el Reino de los Cielos.



domingo, 11 de enero de 2009

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Fue una amiga la que me animó a rellenar mi perfil y colocar una imagen mía que identificase mi rostro. Me gustaría que con estas palabras no pecara de modestia, sigo pensando que la humildad es la mayor virtud que una persona puede desear, pero lo que pretendo es invitaros a conocer mis nuevos Blogs. Con el fin de poner un poco más de orden en mis comentarios, ya que en el Master de Dirección y Gestión me han enseñado a llevar nuevos Blogs dentro del mismo, he decidido abrir otras puertas en Internet. Así, con humildad, como tiene que ser, os presento:
Cine, cine, cine,... Un Blog donde comento, critico, recomiendo las películas que han pasado por mis ojos.
El Desván de los Libros. Donde hablo de los libros que están de moda, de los que comento en Radio Puebla o de los que leemos en los Club de Lectura.
Buenos días. Desde hace unas semanas he decidido colgar mis Buenos días; una pequeña reflexión que todas las mañanas comparto con mis amigos desde La Puebla de Montalbán. Que pena no haberlo hecho antes, pues esta tarea literaria la vengo realizando desde hace muchos años y no he ido guardando copia.
Si quieres seguirme. Si quieres leerme. Si quieres... lo que sea. Si pinchas en el listado de la parte derecha, debajo de mi foto, donde pone Ver todo mi perfil podrás entrar en mis nuevos Blogs. Creo que es el camino más fácil de llegar a ellos y evitar tantas uves dobles y blospots.
Bueno. A escribir, que las palabras hacen vida.
Un abrazo.
Gregoriver.

jueves, 1 de enero de 2009

Comienza el 2009


Feliz Año 2009

Bienvenido 2009








Feliz Año Nuevo. Feliz 2009.
Tratando de vivir la alegría de recibir el nuevo año entre amigos, rompiendo el tradicional gesto de tomar las uvas en casa, no para hacer daño, sino para ampliar las miras, unir las familias, los amigos e incorporar a aquellos que no tienen con quién tomarlas. Tratando de vivir el espíritu navido de amor, paz y fraternidad que nos lleva a cultivar estos valores un año más. Un año más nos hemos juntado un grupo de amigos para tomar las uvas en la Plaza Mayor de La Puebla de Montalbán. Es verdad que este año no hemos dado publicidad a este gesto, la gripe ha sido muy fuerte y no era garantía que, con estos fos, pudieramos estar fieles a la cita un tercer año. Pero este año teníamos reloj de verdad. Este año sonaban las campanas que nos abrían las puertas al 2009 y la cita era deseada. Y así, compartiendo con los que pasaban, con los que miraban, con los que se acercaban, comenzamos el Año Nuevo 2009 brindando y deseandonos lo mejor. Y esos deseos, esas súplicas, esas peticiones las hacemos llegar por y para todos los pueblanos para que la ilusión, la amistad y el amor no se apaguen y tengamos la suficiente sabiduría, inteligencia y espiritualidad de compartir, como hermanos y pueblanos, la dicha de este año que se nos dice difícil y complicado. Juntos la crisis nos hará crecer.
Feliz Año.