viernes, 16 de julio de 2010

Con el Doctor Marín.

Como os comenté, la primera parada de mis vacaciones estaba en Madrid. Nunca sé si es el 21 o el 23 de julio cuando cumple los años el Doctor Marín; siempre le felicito tarde. Osea, que debe de ser el día 21. Pero todos los años me surge la misma duda, ¿será el 21, será el 23? Por eso, y un poco en recompensación al inmenso cariño que me profesa, pensé que lo mejor de estas vacaciones sería comenzar con él.
Madrid es Madrid, es mucho Madrid. Más si dentro hay referentes tan buenos como los que yo tengo. Quedé con el Doctor Marín para comer. Llegué antes de lo que tenía previsto. Hablar con él es un placer: un hombre culto, sensible, educado, religioso y profundamente espiritual. Sabe la edad que tiene y la etapa de vida que le toca. Por eso, desde su interior, vive el abandono del hombre que ha escrito el testamento porque ya ha vivido lo que la historia le ha presentado para recorrer. Y, si bien recorrer, recorrer, ya recorre poco, porque a todos los sitios ha de ir en silla de ruedas, su andar es alegre, satisfecho, humilde y generoso.
Una vez más me contó cómo me conoció en la parroquia de San Antonio del Retiro y cómo, desde mis sencillas palabras de presentación nada más pisar el altar del barrio Salamanca, sintió una admiración hacia mí, que poco a poco se fue tornando en cariño. Y si bien yo no pude encarnar aquel hijo que no tuvieron, si fue naciendo una buena y gran amistad. Como padre y como amigo le he tratado. Tal vez le he hecho sufrir al contarle todas mis alegrías y todos mis sufrimiento que he vivido. Desde que nos conocimos ha seguido mi perícopa y ha sufrido por mis destinos. Creo que él ha digerido peor que mis padres las increpencias que el tiempo ha dado a mi frágil personalidad. Pero como es un hombre de fe, y la fe nos une, el reto no deja de ser providencial.
Gracias por tanto y tan poco. Gracias por mucho y por nada. Gracias a la vida que me ha dado tanto y me ha mostrado tanto, y de tanto me quedo con la nada.
No dejé de pasear por Madrid, por su Gran Vía, ahora centenaria. Visité la exposición de fotografía y pintura militar que hay en el Cuartel del Ejército de Banco de España. Tomé café con otras amigas y me compré un capricho.
A las 23,30h. salía el autobús que me llevaría de madrugada a Gijón.
Pasó una tarde del día primero. Y todo era bueno.

No hay comentarios: