miércoles, 14 de julio de 2010

Versos a Medianoche II.

Ya empezamos mal por la mañana templano. Mi balcón, repleto de banderitas españolas aguantó las emociones del fin de semana, la tensión del partido y la alegría de su victoria. Pero a eso de las nueve de la mañana veo un rostro aparecer, como el de Calixto, subido en su escala mortuoria, que con mono y estornudando sin parar sobresalta mi escribir matutino. Y compruebo que no he sido solo yo, todas las celdas son atacadas sin permiso y sin notificación. Ya el superior en funciones se encara y pide justificación. Por la tarde otro tanto, que si un escenario, que si sillas, que si ahora la moqueta y no digamos la megafonía. Tuve que salir a eso de las tres y media de la madrugada, chiscando los dedos para que los operarios del circo se dieran cuenta de que no son horas para dar alegría a la lengua en la puerta de un convento, no uno, sino dos.




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