miércoles, 8 de septiembre de 2010

Querida Morticia.

Querida Morticia.

Lo primero de todo darte mi bienvenida a la vida real. ¿Qué esperabas? Creías por por ser tu te iban a alabar tu personalidad. Qué va. Como no seas un borrego más estás puesta en el punto de mira de muchos y la envidia es muy mala.

Me ha gustado tu confianza. Eso siempre te lo agradeceré. Recibir una carta siempre nos da alegría, sentimos como un brote, un impulso que nos alegra por dentro, aunque sea una factura, pues siempre albergamos la posibilidad de que sean las palabras cálidas de un amigo. Cuando es una carta del Banco o publicidad sentimos engañado nuestro sentimiento, pero siempre esperamos esa carta, esas palabras, ese amigo. Por eso el chasco que te has llevado ha sido morrocotudo. Te lo has llevado tú, pero cualquiera que lo hubiera recibido le habría pasado lo mismo. Vaya cara que se te pondría. Tú, con ese aire francés, tan seductora y encantadora como eres no hubieras pensado nunca el veneno que encerraba esa carta. Tú, que eres elegante en tu vestir y quieres dar a tu vida tonos culturales que te esfuerzan a crecer como persona. ¿Qué esperabas?

Bienvenida a la vida pública. Sí, bienvenida. Quien canta, quien escribe, quien pinta, quien crea es un artista en un potencial que se va haciendo más grande en la medida que te implicas. Si tienes una planta carnívora tienes el peligro de que te muerda, pero también, si la cuidas, una aliada en los momentos difíciles. Ya te dijo Aquel amigo tuyo que te criticarán, te insultaran, te perseguirán y creerán que están haciendo el bien. Vete preparando, ésto acaba de empezar.

En cierta ocasión pregunté a unas personas que conocía de un barrio que qué decía la gente de mi. No te lo digo. Qué vergüenza. Acabé llorando. Pensé que iban a decir cosas bonitas, halagueñas, agradables. Creo que entre todas solo había una que decía que era simpático. ¿El resto? El resto mejor no volverlo a pensar. Me sentí hundido, avergonzado, calumniado. Si yo quería el bien para esas personas, ¿cómo podrían hablar tan mal de mí? Y eso que muchas veces tomaba café con ellas. Pasé unos días fatal, pero de nuevo me animé a seguir lo que creía que debía hacer porque me hacía muy feliz y porque sentía que hacía felices a otras personas. Cuando les comenté lo que fulanito o menganita decían de mí, esta gente sencilla me decía que debía de escuchar, leer y quemar. La vida son cuatro días y tenemos que aprovecharlos.

Sabes que te quiero mucho, Morticia, y que animo todas tus iniciativas. Espero que esa misiva no te desanime. Todo lo contrario. Te anime a seguir siendo una artista porque tú eres el alma de muchas personas.

Ya sabes. ¿Un disgusto? Una tableta de chocolate.

Un beso.

3 comentarios:

Laura Jiménez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Laura Jiménez dijo...
Este comentario ha sido eliminado por el autor.
Laura Jiménez dijo...

Vaya por Dios, nunca mejor dicho, aquí tampoco se ve mi comentario.
Una de dos, o es muy largo o le parece a usted muy escandaloso.