lunes, 6 de septiembre de 2010

Manorexia

Ayer publicaba el periódico, El Mundo, un duro reportaje sobre la manorexia, la anorexia masculinas, Chicos en los huesos lo titulaba. Me impresionó muchísimo, pues aunque es un documento de páginas interiores dentro de un suplemento, en portada ya se adelantaba el tema con una fotografía de un joven, Jeremy Gillitzer, modelo, que ha fallecido a los treinta y ocho años como consecuencia del desarrollo de esta enfermedad.
No soy fiel a la noticia. Junto a esta fotografía apuesta y atractiva del joven modelo estaba la de su estado actual, días antes de morir, pues llegó a pesar, por su obsesión por su aspecto, veintinueve kilos.
Dicen que la belleza masculina ha cambiado. Aquello de que el hombre y el mono cuanto más feo más hermoso es un cantar que quedó enterrado mucho antes de terminar el siglo pasado. Según he podido leer, Jeremy llegó a ser modelo de Calvin Klein, pues llegó a tener un cuerpo envidiable pues cultivó todos los músculos de su cuerpo. Por lo visto ya acarreaba trastornos alimentarios desde mucho antes, de ahí su afán por el cuerpo. Tuvo que ser duro aguantar los insultos y las risas de los compañeros por tener sobrepeso. ¡Qué te voy a decir! Pero en esta batalla con la anorexia y la bulimia, Jeremy, ha perdido. Si bien antes ha querido hacer algo por los demás, contando su testimonio para que otros jóvenes no se obsesionen como él. La búsqueda de personalidad, su identidad sexual y una ruptura afectiva le llevaron por este callejón sin salida. Mucho, muchísimo deporte y poca alimentación, ingería una manzana. Impresionante, pues muchas veces lo que ingieren como alimentos es vomitado ante su imagen de gordura.
Como os digo, el caso de Jeremy Gillitzer me ha perturbado. Mirad que ayer hubo otra noticia que se llevó mis súplicas y mis buenos deseos, y de la cual hoy hablan y comentan todos los medios de comunicación. Pero si no fuera porque veo, desde mi café, todos los días pasar jóvenes con sus mochilas y sus mejores ropas deportivas hacia la avenida del deporte, como llamo a la calle san Roque, pues podemos encontrar un gimnasio, una piscina municipal, unas pistas de atletismo, una piscina climatizada, y un inmenso circuito para correr, andar, montar en bicicleta y hacer ejercicios con algunas máquinas. Veo cada vez más obsesión por el deporte con el único canon de buscar la belleza y la estéticas que parece que no existe otro planteamiento que el de conseguir unos brazos, un pecho, unas piernas de una forma determinada y con un músculo bonito.
Nos hemos vuelto locos. Nunca mejor dicho, locos por el cuerpo. ¿Quién es el culpable de la muerte de Jeremy? ¿Sus padres? ¿Su novio? ¿Calvin Klevin? No lo sé. Siempre decimos que el culpable es la sociedad y, en este caso, los arquetipos de belleza oficial que el cine, la prensa, la música y la televisión nos marcan. A pesar de la ganas que Jeremy tenía por salir del túnel en el que se había precipitado y del cual no pudo salir él llegó a decir "No solo estoy sin comida, también sin contacto físico. El cuerpo es para otros un templo, pero para mí es un calabozo"

El deporte es bueno, es sano y nos hace sentir bien. La ropa nos embellece y nos ayuda a tener una identidad. Pero que nunca nos lleve ni una cosa ni la otra a buscar ser como fulanito o menganito, como fulanita o menganita. Evitemos este tipo de patologías y enfermedades que nos alejan de nosotros mismos. Soy yo, la que está aquí cantaba Marta Sanchez hace unos años. Sí, soy yo. Y soy yo con mi cuerpo, con mis años, con mis kilos, con mis sueños, con mis ilusiones. Y soy yo el que quiere en este mundo ser feliz y, en la medida que pueda, hacer feliz a los demás.

Cuidaros y sed felices, de verdad.


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