viernes, 10 de agosto de 2007

Diario de vacaciones en Quero

Una vez mas, desde el cibercafé de Teodoro, me dirijo a vosotros para contaros cómo me van los días de vacaciones en mi pueblo. Anoche me acosté muy tarde, más de lo que yo hubiera querido. Tras tomar un refresco con la familia en el bar de la piscina municipal y quedar enganchado en una serie de televisión donde se quemaban iglesias, decidí, recordando el santo del día, quedarme en vigilia y contemplar las estrellas con el deseo de cazar con la retina alguna estrella fugaz. Las lágrimas de san Lorenzo hacen su aparición celestial en estas noches. Y si bien, después de un par de horas solo pude poseer dos destellos, tengo que decir que la simple contemplación del cielo fue un regalo. La noche estaba hermosa, bella, llena de estrellas de esas que sabes cuales son y qué nombre tienen. La Aurora Boreal también arropaba las estrellas y hacía la noche más hermosa aún. Dicen que en las estrellas están esos seres queridos que nos han precedido en la vida. Si es así, anoche todos mis amigos del más allá estaban viéndome desde el cielo y por eso, tal vez, la espera no era en ningún momento larga ni dura, en todo caso un poco molesta por estar con la cabeza inclinada. Siempre que veo una noche tan hermosa siento el preludio de algo bueno. Aunque tanto tiempo mirando las estrellas para dos fugaces no sé si mereció la pena. Estoy seguro, como pasa en los chistes y en las películas, que cuando cogí mis cosas para acostarme, aprovecharon las estrellas para moverse.
Como os dije, me gustaría hablaros de unos personajes que hay en Quero y que a mi me emocionan y me hacen crecer como persona. Ayer, cuando iba a realizar unas fotos a los flamencos de la Laguna de la Sal, me encontré con Isabelo. Isabelo es uno de los mejores amigos de mi hermano pequeño, aunque Isabelo es mayor que yo. La amistad no tiene edad. Hace unos años sufrió un fuerte accidente al derramarse una pared de su casa sobre él, dejándole paralizado gran parte del cuerpo. Junto a un compañero del Colegio de La Puebla fui a verle a Toledo y ya me conmovió la entereza de sus palabras. Es verdad que no ha recobrado la movilidad del cuerpo como él deseaba, pero para muchos ha sacado de su cuerpo más vida y movilidad que los que vamos en bicicleta a realizar los recados. Ayer, como os decía, iba con su tractor a arar el campo. Y es que Isabelo es ejemplar. No me extrañaría encontrarlo en los juegos paraolímpicos. Gracias, Isabelo, por ser tan duro y vivir la vida a tope.

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