miércoles, 8 de agosto de 2007

Diario de vacaciones en Quero

Por fin terminaron las Fiestas de Quero. No tengo ningún trauma. Eso sí, el cuerpo cansado de trasnochar. Anoche, con unos churritos con chocolate, dimos por concluidas los días de fiestas. Qué mala la Orquesta de ayer; cuando escuchábamos la música nos entraba el gustirrinín de bailar pero cuando comenzaba la voz a escucharse la canción decaía en picado. Por eso preferimos ir a los chiringuitos. Dicen que hay que estar con los jóvenes, pero me di cuanta que los jóvenes solo quieren estar con sus amigos. Así lo aprecié en el interés del servicio y en las muestras de aperitivo que nos pusieron con las Cocacolas; a nosotros con un vaso con cubitos y a sus amigos con pipas, caramelos, chicles y piruletas. Vamos, que nos quitaron las ganas de seguir pastoreando ese ganado. Me quedo con la simpatía del chaval de Tomelloso que tiene el puesto de patatas fritas, que con agrado y simpatía, nos despedíamos hasta el año que viene como buenos amigos, tratando de mejorar la figura y las ganas de comer. No pude ver ni oír el chupinazo final, solo a unos abuelos de mi pueblo ataviados con los trajes regionales y haciendo costumbres artesanas que se han ido perdiendo en el pueblo. Como en el Mediterraneo, lo mejor fue la luna, decreciendo, pero que ha ido embelleciendo las noches de Feria. Ha supuesto una alegría despertar esta mañana con la visita de mis tíos de Valencia. Anoche los comentamos en los churros, cuando mi hermano y yo hacíamos balance de estos días, de las relaciones humanas y los actos realizados. Bueno. Volvemos a la realidad, a la tranquilidad, al sosiego y a nuestras cosas. Espero que la energía que tienen los días de fiesta ayuden a vivir el nuevo curso con alegría. Eso espero.

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