domingo, 5 de agosto de 2007

Diario de vacaciones en Quero

Desde hace ya unos días estoy en Quero. Tenía ganas de pasar del Mar azul al mar verde, como llamo yo a la Mancha. Cuando regreso de mis días en el Mediterraneo y me voy adentrando en las tierras de Castilla la Mancha no siento la morriña del color perdido sino la alegría de mi tierra, de mi gente, de mi familia. Es verdad que he estado como un zombie, durmiendo a todas horas, pues han sido muchos días de fiesta y el cuerpo lo nota. Ahora, en casa de mis padres y de fiestas patronales, el descanso veraniego parece más alegre. Confieso que vengo a mi pueblo por mis padres y familia, pues no me siento, me encuentro perdido, como sin referentes en la villa que me vio nacer. No sé si es que en La Puebla de Montalbán se ha sobrevalorado mi persona y me gusta esa vanidad de que todo el mundo me salude, que en mi pueblo me hace sentir ignorado. Por eso creo que uno es de donde trabaja, en dónde se está, donde se crean ilusiones y proyectos, en donde hay amigos. Es lo que me pasa, en mi pueblo no tengo amigos y por eso me aburro y me refugio en la lectura. Menos mal que tengo a mi sobrino, que comiendo panchitos a mi lado, consuela las penas que siento en Quero. El futuro es incierto para todos y por eso no hay que desconsolarse, al contrario, hay que buscar la luz allí donde veamos un rayo de claridad. Tras la pólvora, llena de colores y alegría, ha llegado la función religiosa. Esta tarde la larga procesión. Y yo seguiré leyendo y jugando con mi sobrino; es mi gran ilusión.

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