jueves, 9 de agosto de 2007

Diario de vacaciones en Quero

La amiga de mi hermano, Nuria, está enamorada de Quero, le gusta mucho esta villa tranquila y sosegada, donde la vida diaria es un primor. Ella dice sentirse emocionada cuando llega al kilómetro siete de la carretera Alcázar-Quero y ve a su pueblo. Y algo de razón tiene, lo que pasa que otros nos emocionamos en otros kilómetros y por otras carreteras. Un pueblo merece la pena por su gente, por su historia, por su cultura. Pero sobre todo por aquellas personas que dejan su vida por sembrar algo nuevo en los límites manchegos. Nuria, desde sus tierras andaluzas, y mira que son bonitas, ansía venir a Quero a repostar fuerzas en casa de su abuelo y junto a su familia y amigos, decorar su habitación con postales manchegas. Me pregunto muchas veces si mi pueblo, el día que me falten mis padres, tendrá el mismo tirón que ahora. Puede que sí, para algo está mi sobrino. Pero todos sabemos que los sobrinos crecen y si no quieren saber nada de los padres menos de los tíos, y mucho menos de los tíos como yo. El tiempo lo dirá. El caso es que me he quedado con "el kilómetro 7" como una bella expresión de cariño a Quero, sin más poesía, lo dice todo. El ausente desea regresar a Quero y el que vive aquí está deseando cualquier oportunidad para salir. La vida nos muestra lo peregrinos que son nuestros seres; en busca de sentido, en busca de respuestas, en busca de señales. No os he hablado de otro amigo, este es de los grandes, de los que en la agenda se escriben con rojo porque son muy especiales. No diré su nombre pero seguro que ya sabéis quién es. Mi amigo está construyendo una casa, su casa. Mi amigo está dejando su huella en su casa dejándola para la posteridad. Es una casa grande, bonita, encantada, ilustrada. Dicen que será una casa abierta al diálogo. Si ya Quero vio modificada su silueta con la restauración del Molino y la construcción de una nave en las bodegas de Carmelo Baillo, no va a ser menos el cambio que va a dar cuando su casa encantada esté abierta y acoja a todo el que busque la paz. Me encanta su casa y me encanta mi amigo. Un día os hablaré de él.

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