lunes, 6 de agosto de 2007

Diario de vacaciones en Quero

Me parecía estar viviendo una película de Buñuel. Ayer la lluvia, como un regalo del cielo, deslució la fiesta y la procesión; a mitad del recorrido todas las autoridades echaron la carrera para no quedarse atrás y prometer a la Virgen, lo antes posible, del agua que se avecinaba. No tuvieron que quitar los plásticos en el primer tercio de su recorrido, la noche no deja ver las nubes tormentosas, y, si bien, en grandes hermandades penitenciales el tema de las imágenes se toma muy en serio, aquí debemos de aprender a ser más responsables de lo que no es nuestro. Me cansa la procesión de mi pueblo, no la entiendo ni la quiero entender. Me parece de avariciosos y de flamencos que se quieren lucir. Con lo sencillo que sería dejar la procesión como un recorrido por las calles de la imagen de la Patrona y que cada uno diese la voluntad como dice el Jesús en el Evangelio; que tu mano derecha no sepa lo que hace tu mano izquierda. Y dejar la dichosa pólvora al Ayuntamiento. No lo entiendo. Y no sé quién me entrará en razones. Qué bien que viene un nuevo párroco para dejarle el cometido y a mi que me dejen en paz en estas liturgias. Por eso creo que la lluvia de ayer es un aviso; una procesión que empieza a las ocho de la tarde no es bueno que esté hasta las tantas de la madrugada gritando perras para pagar unos cuantos cohetes de feria. Tal vez yo no soy de esta tierra y me tenía que callar. Pero como lo soy y el tema me afecta, creo que mi opinión o mi credo lo puedo decir. Eso sí, si me piden ayuda no me niego a darla; aunque sea para mojarme durante el chaparrón. El primer día de feria y parecía el último.

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