Feliz Año Nuevo.
Feliz 2008
Que la suerte nos acompañe.
Amén.
Comentario personal, a estilo de un diario, de la vida, experiencia y reflexión de Gregorio que comenzó en La Puebla de Montalbán y continúa en Guadalajara donde vive y trabaja.
Algunos años he asistido, junto a una amiga, al ensayo que hay el día 30 de diciembre de las tradicionales campanadas en la Puerta del Sol. Juntos hemos visto, año tras año, como el público que se agolpaba en la noche de la víspera iba en aumento, llegando a sentirnos apretados en una noche fría de invierno y, por lo tanto, inseguros. Hace dos años que no asisto. Mi amiga está enfadada conmigo pues si no voy yo no va ella, cosas de amigos. El caso es que el último año fuimos muchos los que nos juntamos entorno a mi amiga para tomar las uvas en el ensayo. Recuerdo que, después de tomarnos las uvas que habíamos comprado corriendo en un establecimiento regidos por chinos y brindar con champán en unas copas de plástico, nos fuimos a un barrio de Madrid a tomar un café y entrar un poco en calor. Allí sentados, contentos como chiquillos por participar en esa mentira que fingía el comienzo del Año Nuevo, alguien propuso que nos deberíamos de volver a juntar el próximo año para contarnos cómo había transcurrido el año que iba a comenzar en nosotros. Han pasado dos años y nadie ha dicho nada. Mejor. Ni mi amiga ha tenido intención de juntarnos todos en la misma cafetería aunque hubiera sido otra festividad la que se celebre. Hay algunas vidas que parece que no ha pasado el tiempo, que seguimos en lo mismo, que vamos caminando en la misma línea. Pero otras han dado un giro tan brusco que se necesitaría tomar unas pastillas digestivas antes de volver a tomar el café, pues no reconoceríamos a la persona que estuvo hace dos años canturreando con nosotros en la Puerta del Sol la canción de Mecano.









Quiero felicitar al Coro Parroquial por su magnífico Concierto de Navidad el pasado día 22. No la debemos de dormir la Noche Santa, sino estar a la espectativa para encontrarnos con Dios en lo sencillo y humilde de este mundo, en lo sencillo y humilde de este pueblo. Villancico tras villancico el Coro Parroquial supo mostrar sus buenas voces y recitar sus buenas letras. Así, con estos cánticos entramos en el tiempo de Navidad. Ha sido una noche de paz y belleza.

Y llegó el día de las Pajaritas. Los que somos de fuera, forasteros, gusta mucho este día. Pero después de varios años uno no sabe dónde situarse: si defender la tradición con las connotaciones que tiene, o eliminarla. Lo dicho, como uno es de fuera dejo la decisión a los de dentro. Uno que trata de ser de breve sermón lo pasa mal viendo al los niños tanto tiempo metido en la fría Sala Múltiple A, la iglesia del convento, esperando a las Dignísimas Autoridades, que como Magos de Oriente vienen a traer las famosas y dichosas "pajaritas"; unas pequeñas bolsas de caramelos y mazapán. 

María Vivar es la protagonista de mi Navidad, no solo porque ella haya sido el centro de mi reflexión en el artículo que he escrito sobre la Navidad, sino por ser una mujer especial, más que especial. María Vivar, acomplejada por su imagen y achacada por la enfermedad, vive sola, no tiene a nadie, convirtiéndose en un ramillete de desafortunados elementos de la suerte. Pero María Vivar es algo más, vale más de lo que se le ve; es de esas pobres mujeres que dan sus dos monedas, todo lo que tienen, a aquel amigo que se detiene, llama a su puerta y pierde el tiempo con ella. Qué pena me da cuando me cuenta los insultos y chiquilladas que le hacían de pequeña por ser así, minusválida, deforme por la enfermedad de los huesos. Y no solo son los muchachos los que se reían de ella. Durante mucho tiempo no se atrevía a salir de su casa, era un sufrimiento cruzar la Plaza y si se metían con ella se hundía. Cuantas veces nos hemos visto con las lágrimas en los ojos cuando hemos visto películas o dibujos animados de jorobados o deformes, con los que hemos sentido solidario nuestro corazón ante las injusticias y perrerías que tenían que soportar de sus paisanos. La vida real, la que sentimos en la calle, no es menos dura para los miserables del siglo XXI. Todavía nos reímos de la gente, de las personas que tienen una parte de su cuerpo que no es normal, de las que llevan gafas, de las que tienen un mechón de pelo antojadizo, de las que son diferentes; nos reímos y nos burlamos. Y lo peor de todo es que lo hacemos porque nos creemos superiores y mejores.
Querida Pueblana.





Con las ventanas abiertas y la cama sin hacer la siesta del lunes podía ser suprimida o cambiada por un rato en la tele, envuelto en una manta de viaje junto a un radiador eléctrico. Así lo hice. Pero como estoy débil, sin energía y con medicinas en el cuerpo, facilmente el sueño iba entrando en mi, se iba apoderando de mi, se iba haciendo el dueño de mi voluntad. Ha estado así, pero que así, de tomarme por entero. Me ha salvado del sueño mortal unas escenas de una película en las que la Isla de Santorini tomaban protagonismo en una bonita historia de amor. Sin más, me puse a grabarla y a seguir siendo seducido por el sueño. Después, por la noche, he visto la película. Hacía tiempo que no lloraba tanto. Tanto por los recuerdos que la isla de Santorini me trae a la mente. Yo creo que en esa isla volcánica es fácil vivir una historia de amor, de amistad, de fiesta. El tono azul de su mar, de su cielo, hacen azul la tierra y su gente. No sería justo escribir sólo este párrafo de mi vida cuando la experiencia vital la he compartido con mi amigo David. Cuantas veces he recordado el cielo estrellado de Santorini desde la azotea mística de un Monasterio de Madres Dominicas junto a aquel capellán que nos invitaba a contemplar el cielo con una botella de tequila. Bueno. Que me emborracho y embriago la mente. Sigo con la película.
Entre las personas de mi alrededor existe una gran intriga con La Pueblana. No es que tenga interés en descubrir su identidad, que para nada la necesito, en todo caso felicitar su buena pluma a la hora de embellecer este hermoso pueblo. Pero no puedo evitar que me llame la atención ciertos hilos que sobresalen de su texto. En primer lugar que se llame La Pueblana y escriba muchos textos en masculino, que hable de un personaje en concreto y aisle a los vecinos de ese barrio, que se muestre más vieja que Juan Masa y en algunos párrafos afloren la juventud de los cuarenta. Y, personalmente, llama mi atención, es el atrevimiento de utilizar su espacio en Internet con el mismo nombre del Ayuntamiento de La Puebla de Montalbán. Como os digo, no sé quién es él o ella, ni me interesa. Ha conseguido entrar en muchos ordenadores, se ha ganado el corazón de los mayores y que se hable de su página en muchos hogares. No pretendo desenmascarar a nadie, cada cual es libre de escribir como quiera y de firmar como mejor le inspire. Pero esta persona tiene abiertas muchas puertas que no debería cerrar, pues su saber podría enriquecer a muchos. ¡Te queremos, Pueblana!.



Cuando la semana pasada me enseñaron esta dinámica en el Curso de Dirección y Gestión no me imaginaba que iba a aprender tanto de mis alumnos. Con el fin de buscar la identidad de la persona que escribe en un post-it, y tratando de observar el grado de conocimiento de los alumnos entre ellos, me he dispuesto a realizar la dinámica en mis clases. Los pequeños no estaban preparados para realizarla ya que andaban muy alborotados, pero en el resto de los cursos donde he impartido hoy clase la he llevado a cabo. El juego consiste en repartir un post-it a los alumnos con el fin de que escriban algo que les pasó de pequeños, los sueños que tienen para el futuro, o aquello que les gustaría ser de mayor. La clase, el grupo de alumnos tratará de identificar quien es el autor de ese post-it, así analizaremos el nivel de conocimiento que hay entre ellos. Os puedo confesar que el que más a aprendido de ellos he sido yo. He encontrado en las clases princesas, bomberos, astronautas, niños que sufrieron mordeduras de perros, jóvenes que todavía les duele la muerte de su abuelo, quienes lloraron viendo El Rey León, o aquellas que desean ser actrices, modelos o profesoras. No han faltado los futbolistas. Pero lo que más me ha sorprendido es que un chaval quiere ser de mayor bailarín. Ese era mi deseo de pequeño. Ya os lo he confesado en anteriores hojas de este Blog. Creo que desde ahora miraré de forma distinta a mis alumnos, tal vez mimando sus deseos, acariciando su realidad, pero, sobre todo, estimulando su futuro. Menos mal que uno ha escrito que quiere hacer un Hospital para ayudar a los niños pobres. Y yo, cuando sea mayor, ¿qué quiero ser?



Hola. Me he llevado una grata sorpresa encontrándome en Internet el Blog de Pueblana. No sé quién es, ni me importa averiguar quien se esconde detrás de este nombre tan cariñoso para mi. Pero os lo recomiendo, su páginas llenas de historia y melancolía rezuman muchos sentimientos encontrados por el paso del tiempo. Me gustaría saber quien es ese limpiador de letrinas que en el convento tanto conmovió a esta buena señora, recorrer las calles bajo la atenta lectura que inspiran los años de la Pueblana, volver al torno de las monjas y reírme con Sor Inmaculada o Sor Pilar. Aunque lo que más me gusta, además de andar por el Paseo del Colesterol, es subirme al jardín de la Torre y mirar lo grande e importante que es La Puebla de Montalbán.
Hola. Si tienes la costumbre de abrir mi Blog para curiosear el mundo que me rodea quisiera que también te acerques a la rica historia, reflexión y vida de María Amelia. Es verdad que si no llega a salir en los periódicos no me entero, pues a mi me gusta escribir mis cosas y escasamente tengo tiempo para fisgonear lo que hacen los demás. Pero desde que el otro día escuché que esta mujer, a su edad tenía un Blog como el mío donde escribía a sus nietos y a su gente sentí envidia y empecé a husmear en Internet hasta dar con ella. ¡Qué mujer, María Amelia! Mi madre no deja que mi hermano instale Internet no quiere hacer agujeros en las paredes, quedarse sin teléfono y que nos viciemos en cosas malas. María Amalia también acusa de esas cosas en su Blog, a mis 95 años, sabe que hay foros donde se insultan, páginas poco decentes y lugares que es mejor ni llegar. Pero a ella le gusta Internet, viaja, leer, aprende, se comunica, se instruye y sabe valorar las cosas preciosas que tiene... en mi vejez, no sabéis las cosas que yo aprendí del Internet. Hasta a expresarme. Ella dice que cosas malas hay en todos los sitios, lo que tiene que saber una persona es a escapar de lo malo y a cojer lo bueno. No sabéis lo que me gustaría que mi madre dejase a mi hermano instalar Internet en casa, sé que encontrarse con los relatos de esta mujer, María Amelia, le gustaría mucho, pues de los que son como esta mujer son los constructores de un mundo mejor, mas humano, mas fraterno, mas bueno. Feliz 95, 96,97,98,... años.



El pasado jueves, 15 de noviembre, como viene siendo costumbre, se celebró la tradicional Cata de vinos. El Asador y los Salones "El Nogal" invitaron a sus clientes y amigos a saborear estos ricos manjares. Es como una pequeña fiesta pedagógica, donde hay que dejarse aconsejar, si uno no es muy entendido, para catar con el paladar y no hacer sufrir a la cabeza. Los caldos, lujosamente mostrados y elegantemente presentados, van formando un recorrido que difícilmente uno llega hasta el final. Ahí estaba el Chato, Ángel, dispuesto, como buen anfitrión, a descorchar una botella de brut para que no me quedara con las ganas. No podía faltar Rosamari, el nervio cultural de La Puebla, que con su mandil verde deslumbraba a todos. Paula tenía un mandil distinto, de color morado, pero también brillaba su cara de felicidad, y no era por el vino, sino por eso que ella sabe que hace que hasta los pequeños detalles insignificantes de la vida tomen color, vida e importancia. Qué bonito es vivir. Y qué bonito es vivir con amigos con los que tomar una copa de buen vino mientras compartimos las penas del día. Faltó gente. Para mí faltó gente. Faltó José Luis y su hermano. Faltó la familia Delgado. Faltó mi amiga Asu. También el vino tiene nostalgia y hace recordar a la buena gente. La Cata de vinos de El Nogal es como el preludio navideño. Las copas llenas del zumo de la uva, de una cosecha u otra, hacen que las personas se acerquen, hablen, se comuniquen y se venzan rencillas. Se brinda por la amistad, por el nacimiento de un hijo, por los buenos resultados en el trabajo, por el aniversario o por la persona querida. Se brinda por la salud, por el amor o por los negocios. Se brinda por el más allá, para que el año que viene, si el tiempo lo dispone, podamos volvernos a ver con una copa de vino en la mano cantando a la esperanza.