viernes, 14 de diciembre de 2007

Busco unos ojos de mujer


Fue en el año 1982 cuando escuche por primera vez el nombre de este pueblo, La Puebla de Montalbán. Las primeras palabras que aprendí de este dialecto castellano fueron gaspachero, manduca y alaja. Me encontraba en Ávila, en la recientemente estrenada Casa de Acogida, donde llegamos varios chavales jóvenes, procedentes de diversos puntos españoles, para discernir lo que en aquella época, en esos tiempos y a mi joven edad, llamamos "vocación". Yo tenía dieciséis años. Los escribo con letra, que parece que uno era más cosa, pero bien jovencito que era. ¡¡ Y yo era de los mayores !!.
Procedente de Quero, con más equipaje que brazos, llegué a la ciudad de Ávila un doce de septiembre. Chuchi Galeote salió a la estación a recogerme. Qué buena impresión me dio ese fraile. Que buena impresión me sigue dando cada vez que se deja ver. Tuve cuatro compañeros de La Puebla de Montalbán el primer año: José Carlos, Ricardo, Julián y, creo que el cuarto se llamaba José Antonio. Ya la cabeza me falla, tendré que buscarme en los archivos. Estos chicos bien sabían quién era san Francisco, un convento, y un fraile. No como yo que lo único que recordaba era la proyección en la televisión de la vida de un santo que quería ser caballero y se casaba con la Dama Pobreza. Es más, sabían de monjas y religiosas. Monjas eran las de su pueblo, Concepcionistas Franciscanas de clausura, y Religiosas eran algunas chicas que se habían ido de su pueblo a una nueva congregación de Religiosas Alcantarinas Franciscanas.
Fue en el mes de mayo, como dice la canción, conocí a estas religiosas en una excursión que hicimos desde Ávila a Arenas de San Pedro y a Candeleda. Y recuerdo una de ellas, se llamaba Sole, no sé nada más. Su vida en Arenas no fue muy larga. Pero siempre tengo en la mente aquellos impresionantes ojos frescos que tenía esta joven. No me extraña que el pillo de Sánchez Dragó quedara impresionado por un novicia en las tierras santas de Jesús de Nazaret. Ojos verdes, verdes como la albahaca, verdes como el trigo verde, y el verde, verde limón. ¿Cómo podrían ser esos emocionantes ojos para Dios? Se me pasaba por mi joven cabeza. Han pasado más de veinte años y el destello de aquella mirada no me ha vuelto a seducir. Y, la verdad, me gustaría volverlo a ver. A pesar del resplandor de la hierba, los ojos tienen más luminosidad cuanta más experiencia se haya vivido desde el corazón. Busco unos ojos de mujer. Me gustaría, como aquel príncipe, tener unas gafas y comprobar los rostros cincuentones con brillo de faca. Busco unos ojos claros, bellos, frescos, fuertes. Dicen de ella que sigue amando a su pueblo buceando cibernéticamente cualquier rastro cultural. Y en este anuncio pongo mi esperanza, que me lea, que me mire, que clave sus impresionantes ojos en estas palabras que buscan unos ojos de mujer.

1 comentario:

Mary Carmen Expósito dijo...

¡¡Qué bonito!!

¡¡ Y qué majo era Chuchi, el tiempo que estuvo en Alcalá!!

¡¡ Y qué bien me hablaba de él Joaquín, desde Bolivia!!

Ya le tengo perdida la pista..
Un beso