lunes, 31 de diciembre de 2007

Las Campanadas

Algunos años he asistido, junto a una amiga, al ensayo que hay el día 30 de diciembre de las tradicionales campanadas en la Puerta del Sol. Juntos hemos visto, año tras año, como el público que se agolpaba en la noche de la víspera iba en aumento, llegando a sentirnos apretados en una noche fría de invierno y, por lo tanto, inseguros. Hace dos años que no asisto. Mi amiga está enfadada conmigo pues si no voy yo no va ella, cosas de amigos. El caso es que el último año fuimos muchos los que nos juntamos entorno a mi amiga para tomar las uvas en el ensayo. Recuerdo que, después de tomarnos las uvas que habíamos comprado corriendo en un establecimiento regidos por chinos y brindar con champán en unas copas de plástico, nos fuimos a un barrio de Madrid a tomar un café y entrar un poco en calor. Allí sentados, contentos como chiquillos por participar en esa mentira que fingía el comienzo del Año Nuevo, alguien propuso que nos deberíamos de volver a juntar el próximo año para contarnos cómo había transcurrido el año que iba a comenzar en nosotros. Han pasado dos años y nadie ha dicho nada. Mejor. Ni mi amiga ha tenido intención de juntarnos todos en la misma cafetería aunque hubiera sido otra festividad la que se celebre. Hay algunas vidas que parece que no ha pasado el tiempo, que seguimos en lo mismo, que vamos caminando en la misma línea. Pero otras han dado un giro tan brusco que se necesitaría tomar unas pastillas digestivas antes de volver a tomar el café, pues no reconoceríamos a la persona que estuvo hace dos años canturreando con nosotros en la Puerta del Sol la canción de Mecano.
Hoy, cuando estoy a punto de terminar el año, deseando que el próximo sea mejor. ¡Y lo grito a los cuatro vientos! Hoy me he vuelto a recordar de aquella gente que, apretada por todos los costados, parecían los amigos más íntimos de mi vida. Y, ya ves, al día siguiente no supe nada de ellos, tan solo aquello que mi amiga me cuenta de vez en cuando, como queriendo mantener a un grupo de amigos que solo duró doce campanadas en un ensayo ficticio. Y si bien es cierto que no veo a mi amiga desde hace mucho tiempo sigo creyendo en su amistad porque de vez en cuando me manda un mensaje al móvil diciéndome que me quiere mucho. Y para mi eso es amistad, quererse mucho a pesar de los años.
Feliz Año Nuevo.
Feliz 2008

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