sábado, 22 de diciembre de 2007

Las Pajaritas



Y llegó el día de las Pajaritas. Los que somos de fuera, forasteros, gusta mucho este día. Pero después de varios años uno no sabe dónde situarse: si defender la tradición con las connotaciones que tiene, o eliminarla. Lo dicho, como uno es de fuera dejo la decisión a los de dentro. Uno que trata de ser de breve sermón lo pasa mal viendo al los niños tanto tiempo metido en la fría Sala Múltiple A, la iglesia del convento, esperando a las Dignísimas Autoridades, que como Magos de Oriente vienen a traer las famosas y dichosas "pajaritas"; unas pequeñas bolsas de caramelos y mazapán.
En este Colegio, protegido por la Obediencia Franciscana y la Disciplina Escolar, se ve muy extraño ver a unos Señores entrar como Reyes y cortejarles con cantos. Tal vez esta ruptura sea buena, pues muchos preferirían que la bolsa se la diera una profesora o su tutor de la vergüenza que sienten al estrechar las manos a los que rigen nuestro pueblo. Muchos veces no sabemos qué hacer en esa larga espera para que los niños se tranquilicen y, dando palmas y aplausos, no perder el calor de sus pequeños cuerpo. Ensayan unos, cantan otros, el Padre Victorino les muestra su cantar, y Loli, como la loca de la casa por unos días, pide silencio respeto para el grupo que está en el escenario.
Al final llegan las Autoridades y sus deseadas cajas. No viene la Señora Alcaldesa, Fernando en su lugar la disculpa, y el protocolario saludo a los Profesores da paso a los Villancicos, a los que este año se ha unido Don Alfonso con su guitarra. Como novedad se recitan los nombres ganadores del Concurso de Chrismas y Mensajes Navideños. Confieso que sentí una chispa de alegría al escuchar el nombre de mis Chicos en los Mensajes Navideños. Y ya, que me estoy enrollando mucho, llegan las pajaritas. Como ovejas del rebaño que salen del redil por la puerta estrecha, van saliendo los niños en fila y las Autoridades, con sonrisa en boca, van entregando la codiciosa bolsa.
Un año más el acto ha sido un momento bonito y el frío se ha olvidado. Feliz Día de las Pajaritas. Feliz Navidad.

1 comentario:

aim dijo...

Hola, Gregorio:
Entro con este comentario en tu “blog”, o sea, en tu casa, razón por la cual no pretendo en modo alguno importunarte: no es de bien nacidos ir a la casa de otro a molestarlo.
Simplemente quiero dejar escritas unas reflexiones mías, rogándote encarecidamente que no veas en ellas el menor atisbo de chanza, pues no albergan la menor intención burlesca. (Es más, me gustaría que respondieras a este comentario mío: bien con un comentario tuyo o con un nuevo artículo en tu “blog”).
Bien, dicho lo anterior, te diré ya que me he parado a pensar sobre la Navidad, esto es, sobre la natividad o nacimiento de Jesucristo, es decir, sobre el hecho que Dios bajara de los cielos y viniera a la Tierra.
No es mi deseo –lo repito- ofender a nadie –y menos a ti- en sus creencias, pero la verdad es que, desde mi punto de vista, el relato de la Navidad es particularmente disparatado.
Me pregunto por qué tomó Dios la decisión de presentarse en la Tierra, concretamente en Palestina y precisamente hace dos mil siete años. A mi entender esa decisión no revela una cordura demasiado divina. Si lo que quería Dios era dar un mensaje a la raza humana, le habría resultado mucho mejor esperarse a nuestros días: lo habría podido transmitir a los cuatro vientos –urbi et orbi- por las teles, radios e Internet. Además, ahora, en nuestros días, están perpetrándose en la Tierra bastantes más canalladas que entonces.
De todos modos, dado que ya tomó aquella vez, hace poco más de dos mil años, la decisión de bajarse de los cielos y venir a la Tierra para intervenir en nuestros asuntos, me pregunto por qué no lo ha vuelto a hacer más veces. Nada le impediría –para tenernos firmes- hacerlo por ejemplo cada diez años, o cada cincuenta, o cada cien. ¿Por qué sólo ha venido una vez a la Tierra? Estoy convencido que, si cada década bajara a la Tierra y se dedicara a multiplicar los panes y los peces y a fabricar vino en las bodas y a resucitar muertos por aquí y por allá, aseguraría entonces nuestra fe hasta el límite de lo imposible.
También me pregunto por qué su madre, la Virgen María, se empeña en aparecerse a pastorcillos europeos cada equis años y siempre en rincones rarísimos y medio ocultos. ¿Por qué no se aparece a médicos, ingenieros, matemáticos, filólogos, panaderos, arquitectos, futbolistas…? ¿Y por qué, en vez de aparecerse en cavernas y rutas escondidas, no se aparece, por ejemplo, en Madrid, en medio de la Puerta del Sol y a plena luz del día? Yo creo que esto último sería mucho más lógico.
A mí, la verdad, me cuesta mucho creer –de hecho, no creo- en todo eso del portal de Belén, de los Reyes Magos, de la Virgen María, de Dios convertido en hombre (Jesús), etc.. Me cuesta, sí, mucho creerlo. Sobre todo porque conozco una historia muy parecida a esa, pero que ocurrió mil doscientos años antes: una misteriosa voz advirtió al malvado rey Kansa que sería destruido por un hijo que pariría su hermana Devaki; ésta tuvo que huir para que su hermano, el rey, no la matara; se quedó dormida bajo un árbol en un bosque y allí, siendo virgen, concibió –por obra de un santo espíritu- un varón, al que parió tiempo después. El niño de Devaki era avatar del dios Visnú. Era Krisna, quien cuando creció obró milagros. Cuando murió Devaki, su hijo Krisna hizo que ascendiera en cuerpo y alma a los cielos.
¿Son parecidas ambas historias, verdad?
Un saludo.