martes, 9 de noviembre de 2010

El Viaje de mi Vida.

Poco a poco fueron desapareciendo los nervios y las preocupaciones. A la hora citada todas las personas que tenía en mi lista, menos dos, Domingo y Claudia, estaban a punto de meterse en el avión rumbo a Tierra Santa con la ilusión en el corazón y una sonrisa compartida para alegrar a los demás. Volábamos con EL AL y, como el que cierra el rebaño, mi asiento era el 56H y desde él podía ver, al ser asiento de pasillo, los movimientos y cabezadas de todos mis compañeros viaje. Tel Aviv era nuestro destino. Bueno, el destino del avión. Nosotros buscábamos algo más que lentamente se cuajaría en nuestro interior y motivaría el viaje, nuestro viaje, el viaje de nuestra vida.
Estos son mis compañeros de viaje.¡Qué viaje me dieron! Con un olor a sudor endulzado con perfume caro agradecí al destino que por fin se durmieran estos niños de ropa pija. Y luego hablan de medidas de seguridad. Tenían el móvil abierto, escuchando música de la suya, por eso encontraron el sueño. Varias veces la azafata les llamó la atención. A la hora de comer se alzaban a coger los panecillos a puñados, maltratando los asientos. Yo ya pensaba lo peor. Menos mal que al lado, en la misma fila 56, había compañeros peregrinos con los que deshacer la tensión. Como en los dibujos animados me veía sentado entre los hijos de la luz y los hijos del trueno.



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