viernes, 6 de julio de 2007

Madre Pilar

Acaba de celebrar sus Bodas de Oro, cincuenta años en clausura, y desde entonces sigue fiel a su vocación en el silencio del Monasterio de Concepcionistas de La Puebla de Montalbán. Lo tenía en secreto, pero mira por donde nos hemos enterado de ese enorme tesoro, que escondido en su vasija de barro, guardaba para sus hermanas conventuales. A esta mujer me une una gran amistad; durante los seis años que fui guardián ella asesoró muchos pasos de mi andada. Amiga de mis amigos, de mi familia, es una mujer que desde su oración cuida y protege a todos los pueblanos. Por eso nos hemos alegrado de este enorme cumpleaños a fidelidad a su vocación, de entrega a la Orden Concepcionistas, de esposa fiel a Jesucristo y de confidente a todo el que le pida consejo. Muchas felicidades, Madre Pilar, en este camino evangélico y que la perseverancia le lleve a buen fin. Con todo mi cariño.


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