martes, 17 de julio de 2007

Diario de vacaciones II

El cura de mi pueblo se jubila y no lo lleva muy bien. Ha estado varios años anunciando su retirada pero en el momento de su confimación ha llegado y parece que le cuesta. Dice que la jubilacion es como la muerte, que ya nadie se acuerda de ti y que no vales para nada. Me gustaría que conociera a algunos compañeros míos que ya superan los ochenta y que valen de por sí más que un joven. La jubilación no es el final, no es el principio, pero no es el final. Tal vez deberíamos ir mentalizándonos para esa etapa y para lo que significa, pero no es el final. Recuerdo que leí un libro sobren la jubilación y desde la etimología hasta los testimonios que abundaban entre sus hojas, la alegría y el optimismo contagiaban el júbilo de esta etapa final de la vida.

Me gustaría felicitar a mi cura por todos los años que ha estado al frente de mi pueblo. Pero también le invitaría a que se retire con alegría, dedicándose a lo que le gusta, a rezar, a disfrutar más de la familia, a vivir con júbilo sus días. Es verdad que se ha desvivido por la iglesia, el edificio está impecable. Ahora dedíquese a fundamentar esos pilares personales, que en la etapa final, están llenos de preguntas, de dudas, de grietas. Deje la iglesia de Quero a otros más jóvenes y llénese de Dios, de amor, de misericordia.

Feliz jubilación. Que Dios le paque todo el bien que ha hecho en Quero.

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