lunes, 23 de julio de 2007

Diario de vacaciones IV

En vacaciones siempre hay personajes que llaman mi atención. Me da la impreseión que están pidiendo ser introducidos en un cuento, en una historia de verano o de hacer un cortometraje sobre ellos. Es el caso de una Señora que al atardecer. Corrijo. Es el caso de una Señora que al anochecer saca de paseo a su perrito. Muy arreglada, coqueta, pintada las cejas al máximo para evitar edad y con un collar que da varias vueltas a su cuello, aparece por el parque. La gracia no está en cómo va vestida, que después de una semana se diría que sus ropas son de cáritas. El toque de humor está en el carrito que lleva para no perder a la criatura. Si este año me han acompañado las buenas noticias del alumbramiento de varias niñas en las vidas de unos amigos. No puedo evitar comparación cuando veo por la noche a ese chiguaga en un carrito de niño. Unas veces va sentado, otras de pie, otras debajo del todo en una especie de guantera como queriendo no ver a la dueña. El perrito parece muy feliz. Cuando llega al parque se escapa y juega entre el césped mientras hace sus necesidades por donde puede. Y la dueña, con cara muy feliz y saludando con clase a todos los turistas que atraviesan el parque busca y llama a su media naranja. Pues cuando lo encuentra, lo toma en sus brazos y ambos se besan. ¡Qué haría yo sin ti! dice la Señora del carrito.

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