lunes, 2 de julio de 2007

DIANA 10 años

El próximo mes de agosto será el décimo aniversario de la muerte de Diana de Gales. El tiempo ha transcurrido y su sonrisa no se ha marchitado. Tal vez su vida de princesa y de cenicienta después, sincera, sencilla y alegre, le ha dejado inmortal para los humanos. No es que tenga especial devoción por esta figura, que me caía muy simpática, sino que su búsqueda de naturalidad y normalidad en su vida, hacían de ella una princesa con zapatos de cristal y corazón de plomo. Como si tratara de un cuento, donde al final todos son felices, Diana buscaba su final y lo encontró en París, la ciudad de los enamorados. Pero su final fue triste y amargo. Todavía no he visto un culebrón que termine peor.
Puede que os preguntéis porqué traigo a mi Blog a esta bella mujer. Yo creo por la admiración que he sentido por ella desde el momento que ansiaba la libertad, que se veía esclava de los caprichos de esta sociedad. Si bien es cierto que se supo aprovechar del ambiente económico que le envolvía, su rostro decía, bien claro, que en el dinero no está la felicidad, que en la buena ropa no está la felicidad, que por ser princesa una no es más feliz. Creo que por eso gustaba de darse a los demás.
Pero siendo sincero os tengo que decir que su muerte a mi me dio una cierta fama. Fue Fray Félix el que me comunicó su muerte, como días después la de la Madre Teresa de Calcuta. Hoy él está entre las dos. Y no se me ocurrió otra cosa que comenzar la homilía de domingo con los veros de Rubén Darío, La princesa está triste. Creo que fue algo innato en mí, sin mirar consecuencias y comentarios de la feligresía. Tras haber transcurrido diez años de aquel triste incidente y aquella poética homilía, muchas personas del barrio Salamanca de Madrid me recuerdan como el "padre joven", no sé si después de diez años es lícito seguir con este apodo, o el "padre de la princesa triste". Por eso creo que tengo el deber de poner unas rosas rojas, llenas de afecto y cariño, por esta mujer que ha enamorado al mundo entero y se está convirtiendo en un mito. Pero también quiero colocar un ramo de flores, lleno de colores, de aromas, de formas, a todos aquellos que hace diez años me dieron la bienvenida a un barrio selecto y caprichoso donde llegaba como pardillo, herido de mente y espíritu, y que con mucho cariño de abuelo me supieron curar.
Al sonar los acordes de este gran concierto que han preparado sus hijos, no he podido frenar en mi mente los nombres y rostros de personas muy distinguidas que me ayudaron a ser mejor fraile, pero sobre todo a ser más culto y más libre. Gracias Diana.

1 comentario:

felix cementerios dijo...

CREO QUE ES BUENO EL TEXTO Y EL COMENTARIO,LOCUAZ A LA PAR QUE GENEROSO. PERO COMO PUEDE SER DE SENCILLA LA VIDA DE UNA PRINCESA?,CUAL DISCRETA Y COQUETA,SIN OLVIDARNOS DE POBREZA?.A MI EN EL CEMENTERIO ME CONOCEN POR EL "CONDE MOR"