martes, 24 de julio de 2007

Diario de vacaciones V

Me aconsejó un amigo, ante unos acontecimientos que ocurrieron al principio del verano, que cada uno viaja dentro de sí mismo y es allí donde reside la belleza y el valor de lo que vemos. Si hay riqueza y hermosura en nuestro interior podremos ver con buenos ojos todo lo que se ponga enfrente. Decido ante la sentencia y acomplejado por la visión conocí ayer a una persona que me buscaba y me mostró, sin él saberlo, un mensaje divino. Quemado por completo de piel e un accidente de tráfico y superada una operación de tuberculosis que le hace tener el torso cosido más que una camisa, miraba al futuro con una profunda sonrisa al conocer al que tanto le había hablado mi amiga. Hoy cuando le he ido a buscar a la misma hora y en el mismo lugar ya no estaba, se había marchado, tenía que volver a trabajar. La belleza está en el interior, en lo profundo de cada uno. Tal vez debo mirarme más en el espejo hasta que sea capaz de ver lo que hay o tengo dentro de mí. Y qué mejor tiempo para pararse uno ante sí mismo que en el verano, aunque un poco moreno, rojo y quemado uno puede ver hasta las entrañas.

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