martes, 20 de mayo de 2008

Viaje a Perú




En días anteriores muchos me han preguntado qué me pasaba pues veían mi rostro alterado y nervioso. Muchos hicieron una lectura rápida y pensaron que la cuestión de las firmas me estaba quitando el sueño. Confieso que algo me preocupa; una persona que ha sido de confianza, que guardas confidencias, que has compartido cafés y meriendas, no solo en La Puebla, que la has introducido en los mundillos culturales y religiosos, que una persona así empiece a hacer lo que hace, me da mucha pena,por ella y por su familia. Pero no, eso no me quita el sueño.
Hace un mes, el Presidente de los Directores de Colegios Franciscanos de España me pidió que si le podía participar en el III Congreso de Educadores Franciscanos que se iba a celebrar en Perú del 13 al 27 de mayo. tras mirar mi agenda vi que precisamente esos días no tenía grandes compromisos y con el consentimiento del Director de mi Colegio y de la Fraternidad podría ir y sustituirle, ya que el había tenido una fuerte intervención quirúrgica. Si bien yo fui rápido en dar el consentimiento la venia no llegaba. El Presidente de los Directores encontraba obstáculo en designarme para ir en su lugar, es más, al pobre le pedían un certificado médico que le imposibilite la asistencia. Esto en una empresa sería normal, pero entre frailes es muy duro. El tiempo fue pasando, la ilusión por ir a Perú creciendo como el deseo de participar en el Congreso de Educadores. Atrás queda el buen sabor de Córdoba. El viernes pasado, 9 de mayo, aún no tenía respuesta. Confieso que durante la semana pasada si bien no era consciente de mis nervios en la noche el inconsciente hacía de lo suyo y se apoderaba de mi. Sin la confirmación del viaje, sin el permiso de mi Provincial, sin la maleta hecha, sin el pasaporte y el visado revisado, sin el canjeo de billetes; lo único que tenía era un cuaderno que sería como mi diario de viaje en el que iría apuntando las emociones y sentimientos de un viaje que no me creía que fuera posible y que en unos segundos ya creía que no era posible.
Estaba en Quero, sin cobertura, tuve que acercarme a Villafranca de los Caballeros para llamar al Presidente de los Directores y exigir ya una respuesta. Esa noche ya hubo respuesta. No iría a Perú, le obligaban a él a participar en el Congreso a pesar de sus dolores y molestias. Qué inhumano somos. Pensé que me iba a llevar una desilusión y lo que me encontré fue liberado de un gran peso. He intentado escribir ese diario como si esa experiencia se hubiera dado, cómo sería mi vida en un país latino americano, cómo me encontraría en esa tierra que ha sido hasta hace unos días tierra de misión y hoy ya celebra congresos educativos. Pero no he sido capaz de escribir unas hojas, no puedo dar palabra a lo que no he vivido ni dar sentido a lo que no siento. Me preocupa que no me haya sentado mal no ir a Perú, tal vez no me creía del todo, como si de algún mal el destino me quisiera purgar. Qué gracia, este fin de semana se ha hablado mucho de Perú y no solo religiosamente.
Ya les dije, iré donde tenga que ir.

No hay comentarios: