viernes, 21 de noviembre de 2008

Titulitis

No soy una persona que se fije mucho en los títulos que uno consigue en la vida, sino, más bien, en la inteligencia que mostramos con nuestros conocimientos, en la humildad del saber, en el depósito cultural que uno ha ido creando. Hay hombres sencillos, indoctos, muy cultos, y hombres con muchos títulos en su historial que son poco inteligentes.
Desde hace un mes llevo buscando mi título. La titulitis tampoco me afecta. Para un curso especializado en dirección y gestión nos han pedido una fotocopia del título académico y del documento de identidad. Me he vuelto loco buscándolo. Os podéis imaginar que no soy de esos que enmarcan y cuelgan en el despacho, que más me hubiera valido. He mirado en todos los rincones de mi celda, en todas las cajas y agujeros y no me aparecía. Parado en seco y reflexionando he llegado a la conclusión que nunca había visto mi título, que no sabía cómo era, que nunca lo había tenido entre mis manos. Sé que lo solicité, que lo pagué cristianamente y que encargué a alguien que me lo recogiera.
Ayer llamé a Salamanca y allí está muerto, dormido, abandonado, lleno de polvo. Me imagino que en el diploma vendrán escritos mis créditos como Bachiller en Teología, aunque más bien debería estar escrito: Don Gregorio Rivera, Licenciado en Títulos Olvidados. Y mi habitación patas arriba buscando esa cartulina.

No hay comentarios: