jueves, 13 de noviembre de 2008

Alcalá de Henares y IV

No sé si escribir al Señor Alcalde de Alcalá de Henares por la suerte que tiene de representar a una ciudad tan grande, importante y que cultural y socialmente se ha promovido mucho, o escribir a mi Señora Alcaldesa para mostrarle, con todo mis respetos, lo que he visto en la complutense villa. Prefiero lo segundo, me gustaría ayudar a mover, a promover y a ensanchar las miras externas e internas de esta castellana villa.
Si bien es cierto que la mañana del sábado la dediqué a mis asuntos pastorales, la tarde la ocupé en recorrer, con mucha nostalgia y alegría, el núcleo complutense. Mientras mis pisadas hacían historia, reconocían puertas, descubrían ventanas y aventuraba la imaginación, la nueva Alcalá se me hacía un jugo de envidia; una nueva edición de la semana cinematográfica, ecos de los días cervantinos, nuevas esculturas ilustres, ediciones de pintura, recorridos teatralizados y una original manifestación deportiva destinada a potenciar la orientación, sin contar los tranquilos turistas que recorren las calles con asombro callado.
Qué envidia. Ya tengo ganas de echarme a la cara a los responsables de cultura y deporte de La Puebla para contarles mi destellada tarde alcalaína y, desde el que se pueda hacer, ponernos manos a la obra para enriquecer el pueblo de Fernando de Rojas:
potenciar el deporte de orientación, de riesgo o de lo que sea, y a la edad que sea;
homenajear a la Celestina con una escultura;
sacar los pinceles a la calle y no las brochas de los que inspiran los sueños pueblanos;
pedir a los poetas que escriban sus coplas y las canten en la velada;
que los libros salgan de las estanterías y recorran calles, bares y posadas;
que las cámaras de video y de fotos registren estos instantes en los que despertamos,
y que, el silencio de la clausura, rece por la perseverancia de un esfuerzo que hemos de hacer entre todos para hacer grande esta villa dormida.

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