miércoles, 22 de octubre de 2008

Tercer sexo


Llamó profundamente mi atención las palabra de Antonio Gala a una periodista que había invitado a su villa de Alhaurín el Grande en Málaga, La Baltasara, una casa campesina del siglo XVIII, donde vive su soledad tan querida, cuando le preguntó por el tercer sexo. ¿Tercer sexo? Sí, has leído bien. Yo estaba perdido. Tuve que volver a releer el párrafo anterior y ya empecé a entender.
Para él el primer sexo es la naturalidad bisexual, un juego inconsciente que muchas veces ignoramos.
El segundo sexo es la autosexualidad que nunca llega a ser plena porque está viciada de uno mismo, como es el caso de las relaciones vía Internet.
Y el tercer sexo son esos chicos y chicas, absolutamente preciosos, modelos, deportistas con tabla de lavar en el tórax, tableta de chocolate en el abdomen, el estómago para dentro, que están hechos para seducir pero no para ser seducidos, a mí que no me toquen.
Y pensándolo bien, creo que este sabio andaluz tiene razón, hay en nuestra sociedad unos elementos tan narcisistas, creados con una imagen consumista, con una sonrisa estudiada, una ropa a medida, un corte de pelo de figurín, que poco a poco empiezan a verse por la calle. Con lo bonito y bello que es que besar y ser besado, tocar y ser tocado, fundirte en el amor de tu vida, palabras con las que definía su relación una amiga.
En tiempos de crisis, de una crisis más profunda en un futuro, en los que el trabajo va a escasear, el frigorífico puede que esté vacío y de en el fondo de armario los vaqueros del año pasado, unos buenos achuchones nos vendrán bien, porque las caricias son gratis.
Reconozco que estoy un poco harto de que sea el sexo el calibre que mida la apertura, que modernice las conciencias, las braguetas marquen tolerancia y las fantasías ideales. Ya lo dijo un Payaso, tengamos el sexo en paz. Si lo mas grande es el amor, ¿no crees?.

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