miércoles, 1 de octubre de 2008

Gracias, muchas gracias.


No creo que sea inalcanzable, ni inaccesible, ni inexpugnable, ni ilocalizable, ni infranqueable, ni incomunicable, ni infelicitable, ni siquiera me considero una persona “in”. Creo que es la Celestina la que dice la frase: “Quien me busca me encuentra”.
Estoy aturdido, atolondrado con tanta felicitación desde primeras horas de la mañana. Acostumbrado, en estos cinco años anteriores, a apagar el móvil y marcharme a vendimiar con mis padres, el hecho de estar abierto me avergüenza por ser centro de tanta atención.
Hay momentos en los que uno se colapsa, estás hablando con el móvil, suena el teléfono fijo, notas el pitido de un mensaje y por el correo electrónico te entran otras felicitaciones. Es muy bonito recibir tanto cariño y de tanta gente, confieso que hay algunos mensajes que no sé de quien son y es un corte llamar para averiguarlo, se agradecen. Pero es mejor dejar todo, apagar todo, desligarse de todo y, por unas horas, que tampoco hay que ser descortés, pasear por entre las calles donde están los proyectos, las argumentaciones, las ilusiones y los sueños, y, en una noche estrellada, y preciosa como la de anoche, no sentirte el centro del mundo.
Gracias, muchas gracias.

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