martes, 1 de abril de 2008

No es país para viejos

Se me ha quedado una cara, al estilo Bardem, cuando en medio de un cumpleaños al decir que tenía cuarenta y dos se ha creado un silencio de muerte. Se me ha quedado la cara, al estilo Bardem, cuando mi Provincial, como regalo de despedida, ha llenado mis bolsillos de años y me ha dejado con sesenta y pocos. Se me ha quedado la cara, al estilo Bardem, cuando un alumno de los mejores de la ESO, comentando los casos "Juno", me ha dicho que no habla con sus padres de educación sexual porque ya tienen cuarenta años y son muy mayores. A mis años, que los considero pocos si los medimos con las miras de las cosas que todavía quiero hacer, me considero infantil cuando mis chavales ya han perdido la motivación por el estudio y ya no buscan saber más, comprender más, tener más experiencias, y con quince años piden la jubilación. A mis años me siento un chaval en medio de canas observantes con el aliciente siempre encendido. A mis años, tener cuarenta y dos años es haber vivido dos vidas, cuatro destinos, una carrera y muchos amores perdidos. A mis años, mi vida no está en un país de viejos, por mucho que me digan.

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