martes, 22 de abril de 2008

Morir en la Iliada



La vida no es nada sin la muerte se escuchaba con voz fuerte en el Ateneo de Madrid. Bajo un cielo ilustrado por el reloj de las ciencias; Arquitectura, Matemáticas, Escultura, Historia, Arte Escénico, Literatura, Música, Elocuencia, Poesía, Filosofía, Pintura y Ciencia Física. Bajo la atenta y enjuiciosa mirada de personajes como Azgarate, Nuñez de Arce, P. Herrera, Pacheco, Cánovas, A. Galiano, Castaños, entre otros. Bajo el triple friso de las civilizaciones; la cristiana, la árabe y la romana. En una sala con mucha solera y solemnidad se escuchaban las voces fuertes de la escena. Voces fuertes asesinas. Voces tiernas, llenas de belleza. Voces femeninas, víctimas del deseo masculino. Voces fuertes, justas, defensivas. Voces que gritan libertad. ¿Qué es el hombre? se escuchó por dos veces mientras las voces escénicas gritan un sonido frio.

En el Ateneo de Madrid el pasado 21 de abril el joven poeta pueblano, Jesús Javier Lázaro, hizo una lectura dramatizada, en versión propia, de La Iliada. Morir en la Iliada. El grupo de Teatro El Trovador pusieron voz a los personajes de La Iliada: Aquiles, Agamenón, Menelao, Patroclo, Ulises, Criseida, Héctor, Paris, Príamo, Helena, Andrómana, Hécuba. En momentos previos a la gran noche de los libros el Ateneo se llenaba de la voz de los clásicos, de la leyenda sabia sobre la guerra y sobre el hombre, de los sentimientos más profundos hechos palabra y poesía. La tierra se alimenta del más valiente de los hombres. No puedo negar mi fascinación por Héctor, aunque en mi vida personal encontraría mucho de Paris, de Aquiles o de Menelao. Pero esos juicios los dejo para otra historia.

Quiero felicitar a Jesús Javier, la suerte está en sus sentimientos, en sus palabras, en su poesía, que le han hecho morir en La Iliada pero de la que ha de resucitar para seguir encarnando las escenas humanas que nos llenan de amor, de pasión, de aventura. Siempre me han emocionado las palabras de Príamo que con humildad y humillación pide el cuerpo de su hijo para decirle dignamente adiós. Yo espero, amigo Jesús Javier, que tras esta muerte haya mucha vida, y en tu vida mucha palabra inspirada, y en tus palabras poesía.

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