miércoles, 23 de abril de 2008

A mis Profesores




Uno de los ejercicios que se nos pidió la última semana del Master de Dirección y Gestión de Colegios es que los futuros "directores" tendríamos que saber exponer al Claustro de profesores qué es una competencia. Se nos permitía que el ejercicio fuera una exposición, tratando a los compañeros del Master como si de nuestro Claustro fuera, o la modalidad de escribir una columna periodística. Si lo estoy escribiendo es porque escogí esta segunda vía. Y como me comprometí a publicarla ahí va lo escrito, no sin antes saludar a Valencia, Lugo, Jaén, Córdoba, La Coruña y Madrid.
En la Casa de Ejercicios, Madre María Nazaria, un grupo de profesores de los Colegios Franciscanos de España se han reunido para recibir una formación directiva y de gestión que ayude en la animación de sus centros. El tema de esta semana han sido Las Competencias.
Una competencia es la capacidad de responder a las demandas que nuestros alumnos reciben y que les lleva a poner en marcha sus habilidades prácticas, sus conocimientos, las motivaciones, sus valores éticos, sus actitudes y emociones, juntamente con otras competencias sociales que serán las que les muevan a desenvolverse en nuestra sociedad. Por eso las competencias básicas deben adquirirse desde todas las áreas y materias, transformando la enseñanza en aprendizaje.
En España se habla de ocho competencias que tendrán sus implicaciones en las áreas de comunicación, matemática, conocimiento e interacción con el mundo natural, tratamiento de la información y competencia digital, social y ciudadana, artística y cultural, aprendiendo a aprender, y lo que tiene que ver con el mundo de la iniciativa y su espíritu emprendedor. La adquisición de estas competencias no es solo exclusivo de un área o una materia, sino que tiene que ver con el conocimiento y aprendizaje del alumno como persona y ente social. Por ello es necesario una metodología activa, reflexiva y participativa.
Por ejemplo. En mi clase de Religión, cuando lleguemos a conocer al rey David como personaje bíblico, podría presentarlo como un niño rubio de ojos azules que tocaba el arpa, tal como lo presenta el Libro de Samuel en sus relatos. Pero podría situarlo en el Valle de Elah, donde adquiere relevancia este niño como lugar geográfico, donde se pone de manifiesto sus conocimientos y destrezas de la fuerza centrífuga y centrípeda de sus sencilla honda contra los filisteos, de lo negativo que es el miedo para crecer en la vida, de la sociedad israelita que empieza a surgir frente a los filisteos, de los peligros de la guerra y de las posibilidades que tiene el débil si sabe jugar sus posibilidades con acierto frente a la seguridad del fuerte.
El alto nivel de fracaso escolar puede hacernos sentir a los docentes como al pequeño David ante el gigante Goliat, que solo guardaba en su zurrón una cuerda y unas piedras rodadas. Pero como él, si sabemos conjugar el reto de las competencias, podríamos hacer retroceder a este gigante y con la coordinación de todo el personal del Centro, del Colegio, vencerlo.
Gregorio Rivera, Colegio Franciscano de la Inmaculada.
Nota: Después he sabido que en Castilla la Mancha tenemos una novena competencia, la emocional.

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