jueves, 3 de abril de 2008

La Perfumes


El lunes había quedado a desayunar con Pilar en el Vip´s de Goya. Personalmente estaba nervioso, no sabía cómo y cuando aparecería y me preguntaba cómo sería fu forma de entrar. Hacía mucho tiempo, más de que ella se piensa, que no nos encontrábamos. Qué lejos están aquellos días en los que representábamos escenas en el Metro y luego nos moríamos de risa. Parece mentira que una mujer tan de fuera también podría calificarse como tan de dentro. Vallejo Nágera decía que a los deprimidos había que sacarles las palabras con sacacorchos y así, durante muchos meses hay que hablar con Pilar, más conocida como La Perfumes. Pilar es pequeña, coqueta y presumida. Alguien dijo de ella que era una Venus en miniatura, por eso, el otro día yo me reí mucho de ella y con ella, cuando me dijo que al final de la tarde se había caído todo lo larga que es ella en el autobús que la llevó de La Gran Vía a O´Donnell. Por la mañana ya te habías caído otra vez. La tarde del sábado de Gloria Pilar volvió a salir, como salen las mariposas, de su letargo, de su capullo deprimido donde ha pasado el tiempo del frío. Los cafés que nos hemos tomado y a los famosos que abordamos como si ella fuera una chica Almodovar más. ¡Qué tiempos los de La Sastrería! Impulsiva, nerviosa, sin dejar hablar a nadie. Y luego... Y luego ese silencio pesado, ese muerto que no habla, ese cuerpo que no se maquilla. Pilar es Pilar, pero la Pilar, La Perfumes, que muchos conocemos. Bien merece una placa en su calle o en la Plaza de Felipe II, junto a Gala.
Después de desayuno inglés, después de escribir en mi cuaderno, después de tres llamadas telefónicas apareciste fumando, cosas tuyas, en un local donde no se puede fumar. Cómo te pusiste con esa señora que por el bien de todos te llamó la atención. Tú te alteraste más y le respondiste con tu genio. No en vano has hecho propia una frase que no sé por qué dices que es de San Pablo cuando el pobre ni en su época judía pensaría así: "Hay que ser humilde con los humildes y soberbio con los soberbios". La verdad, no sé de dónde has sacado esa cita. Ten cuidado, con la cita que midas te medirán. Llegaste, te sentastes y no parastes de hablar. Tenías tantas ganas de preguntarme que me preguntastes las cosas do y tres veces. Te sentía celosa de mis amigos, de mis amigas, de mis cosas. Muchos que leen este Blog se preguntarán por qué te llaman La Perfumes. ¿Qué les digo? Que te gustan mucho los perfumes, que entiendes de perfumes, que lo tuyo son los perfumes y no las colonias baratas. Es verdad que me enseñaste mucho de colonias y perfumes, sobre todo con el líquido en el cuerpo, pudiendo distinguir la mañana de la tarde y sabiendo que la noche tiene un olor especial. ¡Cuanto sabes! Y cuanto me has enseñado. No me extraña que dijeran que eramos la i y el punto. Te acuerdas cuando viste a dos hombres besarse y me comentaste que en ese lugar se respiraba libertad y yo estaba avergonzado. Luego me enteré que lo tuyo era la noche y la noche madrileña. Tú y tus amigos. No sé si llegado a este punto de lectura habría que decir la edad que tienes. Ya, ya sé que no se dice la edad de una señorita como tú, pero siempre has presumido de haber nacido el mismo día que el Príncipe de Gales y como buena escorpión te tenías. Así me iba a mí, tu amistad me trajo tantos problemas, tantas críticas, tantas .... Pero he sido tan feliz contigo, me lo he pasado tan bien, que mereces el homenaje de estas líneas en mi Blog. No sabes cómo me ha criticado la gente de La Puebla por la ropa que tú me regalabas, si por lo menos me lo hubieran regalado ellos.
No sé cuando te volveré a ver, cuando escucharé tu voz, cuando tu perfume fuerte me volverá a embriagar, cuando nos volveremos a reír compartiendo un café. Será un placer ese día, como es un placer hacer esta memoria y compartirla con los míos. Te quiero.

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