



Comentario personal, a estilo de un diario, de la vida, experiencia y reflexión de Gregorio que comenzó en La Puebla de Montalbán y continúa en Guadalajara donde vive y trabaja.






Felicidades, Pe. Por el periódico he visto que hoy era tu cumpleaños. Muchas felicidades. Muchos años y muchas películas. Esta mañana estaba en Retro tomando café, con el diario literario recién estrenado, con la agenda por escribir y concretar los compromisos para la semana que viene, con el periódico abierto y leyendo la sección de espectáculos cuando en la mesa de al lado se han sentado los Chicos del Centro Cívico. Yo seguía a lo mío, lo hago muy bien. Pero cuando han empezado a hablar de cine unas ganas terribles de participar en la conversación han brotado, como animal moribundo, del interior de mi. Les he mirado con intención de unirme pero algo nuevo impedía acercarme, la falta de confianza y, sobre todo, las pocas señas de identidad, me mentalizaban a seguir leyendo la prensa siguiendo sus comentarios. No sé cómo sería mi mirada, pero cuando hablan de la Coixet parece que me las sé todas y que no podría parar de hablar de ella, de sus películas, de sus entrevistas. Ha sido, cuando la chica que llevaba la voz cantante se ha acercado a la barra para pagar cuando he aprovechado para hablar con ella y pedirle su opinión. Te había visto en Elegy y decía que salías muy guapa. Pero tu eres algo más que una mujer guapa, eres la niña de mis ojos. Es verdad, la belleza está en los ojos de quien mira, pero tú eres guapa, guapa. Desde la hora del café tenía ganas de verte. Algunas veces te he visto por la calle Hermosilla de Madrid y tus vecinos me hablaban de ti. Me alegro que en estos años la suerte, el cine y los amigos no te hayan abandonado. Que sigas cumpliendo años, haciendo películas y haciéndonos amar el séptimo arte.







Sin separarnos del grupo madre, La sombra del viento, y siguiendo la misma fortuna nos podríamos llamar Pasión India, ha empezado a funcionar un nuevo club de lectura que pretende acercar la lectura, el interés por los libros, la tertulia literaria, la amistad y el amor por la literatura. los jueves. Varias personas me han comentado su imposibilidad, por trabajos o negocios, por viajes o aventuras, de reunirse el viernes. Vamos a dar este paso importante. Y por eso, como no queremos desligarnos y ser una rama más del árbol, hemos decidido seguir los pasos y escoger la obra de Javier Moro, Pasión India, como lectura.

23 de abril, Día del Libro. Estoy en El Nogal tomando café rodeado de esos libros que en un pueblo uno puede adquirir, los que hay, con los que me he obsequiado para celebrar este día y festejar a san Jorge, santo muy querido en mi familia. Un libro, una rosa, una súplica a san Jorge; que se lea más y descienda el índice de ausencia.




La vida no es nada sin la muerte se escuchaba con voz fuerte en el Ateneo de Madrid. Bajo un cielo ilustrado por el reloj de las ciencias; Arquitectura, Matemáticas, Escultura, Historia, Arte Escénico, Literatura, Música, Elocuencia, Poesía, Filosofía, Pintura y Ciencia Física. Bajo la atenta y enjuiciosa mirada de personajes como Azgarate, Nuñez de Arce, P. Herrera, Pacheco, Cánovas, A. Galiano, Castaños, entre otros. Bajo el triple friso de las civilizaciones; la cristiana, la árabe y la romana. En una sala con mucha solera y solemnidad se escuchaban las voces fuertes de la escena. Voces fuertes asesinas. Voces tiernas, llenas de belleza. Voces femeninas, víctimas del deseo masculino. Voces fuertes, justas, defensivas. Voces que gritan libertad. ¿Qué es el hombre? se escuchó por dos veces mientras las voces escénicas gritan un sonido frio.En el Ateneo de Madrid el pasado 21 de abril el joven poeta pueblano, Jesús Javier Lázaro, hizo una lectura dramatizada, en versión propia, de La Iliada. Morir en la Iliada. El grupo de Teatro El Trovador pusieron voz a los personajes de La Iliada: Aquiles, Agamenón, Menelao, Patroclo, Ulises, Criseida, Héctor, Paris, Príamo, Helena, Andrómana, Hécuba. En momentos previos a la gran noche de los libros el Ateneo se llenaba de la voz de los clásicos, de la leyenda sabia sobre la guerra y sobre el hombre, de los sentimientos más profundos hechos palabra y poesía. La tierra se alimenta del más valiente de los hombres. No puedo negar mi fascinación por Héctor, aunque en mi vida personal encontraría mucho de Paris, de Aquiles o de Menelao. Pero esos juicios los dejo para otra historia.
Quiero felicitar a Jesús Javier, la suerte está en sus sentimientos, en sus palabras, en su poesía, que le han hecho morir en La Iliada pero de la que ha de resucitar para seguir encarnando las escenas humanas que nos llenan de amor, de pasión, de aventura. Siempre me han emocionado las palabras de Príamo que con humildad y humillación pide el cuerpo de su hijo para decirle dignamente adiós. Yo espero, amigo Jesús Javier, que tras esta muerte haya mucha vida, y en tu vida mucha palabra inspirada, y en tus palabras poesía.
Quien vea esta foto se preguntará qué hace el chorrolón del mono en medio. Hay que decir que ese mono se ha convertido en la mascota de nuestro Master. Las caras sonrientes que hay alrededor del desdichado animal son las de mis compañeros de estudio, profesores de varios Colegios Franciscanos de España que motivados por la profesionalidad y el carisma docente estamos acariciando la responsabilidad que un futuro nos puede traer. Personalmente temo cuando se avecina esta intensa semana de clases. Una semana sin siesta, ¡qué horror! Pero viendo esos rostros, conociendo esas personas y sabiendo cómo son, siento que mi ánimo se llena de entusiasmo. Las clases me llenarán de nuevas ideas que aportar a mis explicaciones, los cafés serán tertulias en las que compartir problemas e inquietudes, y las noches serán el mejor momento para conecer y reconocer los Museos Madrileños: el Museo del Jamón, el Museo del Bocadillo de Calamares, la clase de baile en la calle Huertas, o el rezo penitencial por La Latina. Tal vez haya más. Al final somos un grupo de "chorrolones" que amamos la vida, la enseñanza, los valores humanos y la esperanza de futuro. Y ese futuro comienza mañana.





Llueve. En La Puebla de Montalbán llueve y llueve. Los sueños de un cálido fin de semana se han mostrado efímeros ante el agua; las camisetas, las bermudas, las chanclas, toda esa ropa veraniega que había sacado de forma rápida del armario ahora están encima de una silla buscando el sol, otros tiempos mejores. La fuerza del agua me ha vuelto a la realidad, a mi pura miseria, a esa levedad existencial donde todo es gracia y amor. Ha sido la claridad del agua la que me ha despertado del sueño y ha hecho que mirase a mi alrededor para valorar lo que ignoraba. Ha sido la pureza del agua la que nuevamente me ha metido en la meditación de los valores importantes. La lluvia me moja, me hace sentir más vivo, e incluso más libre; con las alas empapadas y llorando por el nuevo frío siento y deseo volver a volar y más alto aún si puedo. En La Puebla de Montalbán llueve y llueve, y la lluvia me da vida, como si la necesitara. No soy de los que se quedan detrás del cristal besándose a sí mismo, tengo que salir y sentir el agua como parte de mi. Tal vez frena mis pasos, no estoy seguro de mi equilibrio, pero estoy seguro que a la vuelta estaré mejor. La lluvia me inspira como a un poeta, me hace valorar las circunstancias, reflexiono y quiero a los que están cerca. Desde muy pequeño me gustaba mojarme, me escapaba de casa y desobedecía a mi madre por mojarme, y anda que podía mentir después cuando llegaba a casa hecho una sopa. Hoy, ya adulto, la lluvia me sigue gustando aunque reconozco odiar que se me mojen los pies, se ve que uno pierde la inocencia con los años. En La Puebla de Montalbán llueve y me tomo un café, el resto de sentimientos ... que los purifique el agua.
Hace ya muchos años que leí la obra de William Shakespeare Romero y Julieta. De una forma poco ética el libro llegó a mis manos y la historia me cautivó. Por entonces, apenas comenzaban los ochenta, yo era un adolescente que buscaba identidad y claridad en muchos aspectos de mi vida, cualquier referencia afectiva era buena, aunque el el final fuese morir por amor. Tenía unos amigos que eran novios y sus padres, de diferentes clases sociales, no veían bien su noviazgo, por lo que los nombres de los personajes tenían un rostro concreto. ¡ Qué tiempos! Después de veinte años que diferentes que somos. Después de veinte años que diferentes que son mi Romero y mi Julieta. Apenas terminé el libro, como si fuera una nube de verano, aquel amor desapareció y nunca más supe de él. Tal vez porque me marché al seminario. Tal vez porque nunca más se volvieron a ver.
Podría escribir con este título sobre mi madre, Basilia, pero eso lo dejo para un día en el que el corazón y la mente me inspiren palabras de amor agradecido y poderle hacer un bello homenaje a la mujer de mi vida, la que me dio la vida, la que me la da cada día. ¿Qué sería yo sin mi madre? Más de dos veces habría hecho las maletas y empaquetado unas cajas y hubiese dejado el convento en la oscuridad de la noche. También podría escribir de mi amiga Reina, más reina que ella será difícil de encontrar, pero tampoco quiero en este recuadro hablar de ella, un día que tenga las ideas más clara no faltará palabra para profesar su amistad. Pero si llamo hoy "Mi Reina" es a Lisa, mi querida Lisa que tantas clases me inspira. Todavía suenan en mis oídos las carcajadas de mi sobrino cuando al regalarle un pequeño juego de Ajedrez comprovamos que faltaba reina y sobraba torre. No había problema, ni corte ni perezoso, y con permiso del contrario, Lisa Simpson se convirtió en mi reina mientras duró el torneo. Al principio no sabía, pero mi sobrino me enseñó. El estreno fue mortal y la novedad divertida. Pero ganar, ganar fue todo un orgullo. Con la brisa pascual de Quero he traído el torneo a las clases y me ha sorprendido el ahínco de los participantes en esmerarse por el triunfo. Solo espero que ante "Mi Reina" gane el mejor.









Se me ha quedado una cara, al estilo Bardem, cuando en medio de un cumpleaños al decir que tenía cuarenta y dos se ha creado un silencio de muerte. Se me ha quedado la cara, al estilo Bardem, cuando mi Provincial, como regalo de despedida, ha llenado mis bolsillos de años y me ha dejado con sesenta y pocos. Se me ha quedado la cara, al estilo Bardem, cuando un alumno de los mejores de la ESO, comentando los casos "Juno", me ha dicho que no habla con sus padres de educación sexual porque ya tienen cuarenta años y son muy mayores. A mis años, que los considero pocos si los medimos con las miras de las cosas que todavía quiero hacer, me considero infantil cuando mis chavales ya han perdido la motivación por el estudio y ya no buscan saber más, comprender más, tener más experiencias, y con quince años piden la jubilación. A mis años me siento un chaval en medio de canas observantes con el aliciente siempre encendido. A mis años, tener cuarenta y dos años es haber vivido dos vidas, cuatro destinos, una carrera y muchos amores perdidos. A mis años, mi vida no está en un país de viejos, por mucho que me digan.