Me había pedido una copia de mis fotos. Yo a cambio le pedí que posara con una persona que había pensado cuya fotografía sería muy buena para nuestra revista Santuario, con Monseñor Amigo, nuestro flamante franciscano, Cardenal de Sevilla. Ella me dijo que sí y cuando terminó su conferencia en Córdoba ella estaba preparada para cumplir la promesa, pero yo me moría de vergüenza de salir con mi mala cámara a hacer una foto que no sé si saldría. Y salió, vaya que salió. Pero esa noche, la oscuridad de la tarde cordobesa, nos trajo la sorpresa de encontrarnos con muchos famosos. Nosotros salíamos de nuestras charlas pastorales y ellos entraban a festejar con Ponce su ingreso académico. ¡Qué doctores tiene Córdoba! Mientras recorríamos las calles de la Judería, y sobre todo saliendo del Hotel Amistad, el papel rosa hacía de las suyas. Fue una tarde de famosos. Pero para famosa, Ella.
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