jueves, 8 de noviembre de 2007

Iº Congreso Europeo de Educadores Franciscanos

Sin darnos cuenta, sin atender a la película del AVE, sin poder hacer un rato de siesta, a la hora del ángelus estábamos en Córdoba. Dos taxis nos llevaron al Hotel Marisa, frente a la Puerta del Caño del patio de la Mezquita cordobesa. Hacía buen tiempo, había mucha luz, habitaban muchas personas por estas calles califas. Estábamos en Córdoba, los suspiros por la gran Medina se hacían realidad. Liberados de nuestras maletas salimos a comernos la ciudad antes de que comenzase el Congreso. Para unos callejear estaba llenos de recuerdos, por otros, por ser la primera vez, el asombro no se apartaba de sus caras. Pero todos estábamos muy contentos de pisar suelo cordobés.

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