sábado, 10 de noviembre de 2007

Iº Congreso Europeo de Educadores Franciscanos

Punto final. El día 4 de noviembre, después de hacer nuevamente, y con mucha más dificultad, las maletas nos disponíamos a dar una vuelta por Córdoba; saborear un tranquilo desayuno, visitar los Alcázares, la Casa de Julio Romero, comprar recuerdos para los sobrinos y tomarnos unas cañas al sol. En el Restaurante El Churrasco paramos para saborear la típica cocina cordobesa y comerme un Rabo de Toro que varios me han aconsejado. Nos acordamos mucho de Don Antonio, convaleciente de su operación y que en otra ocasión, junto a su esposa, Toñi, nos acompaño por tierras andaluzas, de Raquel y Loli, de Sara y Eva, y de todos los compañeros. La verdad es que aquí vale eso de que el que no vino se lo perdió, pues creo que este Congreso ha marcado las pautas educativas de nuestros Colegios, ha dejado una grata huella en el profesorado, los frailes estamos encantados de la respuesta y del ambiente que se respiraba en el Congreso, y, además, es que lo hemos pasado muy bien, nos han atendido formidablemente y de comer no nos podemos quejar. Me gustaría que mis compañeras también escribieran para que sus emociones vividas puedan ser transmitidas a todos vosotros. Porque estoy seguro que en el pozo de Córdoba han encontrado muchas cosas.

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