sábado, 16 de junio de 2007

El Hereje de Miguel Delibes

Hace unos días fui a Toledo en busca de asesoramiento literario, de un libro, y, ya de paso, de unos cuantos marcapáginas para mis alumnos. Como llovía doblemente en el cielo toledano decidí quedarme en la librería viendo, revisando, observando las nuevas publicaciones. Digo que llovía doblemente pues además de la fina agua caída de los grises cielos de Toledo se unía los chorros inesperados que te encontrabas producidos por las bolsas de agua que se iban acumulando en los toldos del Corpus, que de vez en cuando se volcaban sobre el suelo y si pillaban debajo al pobre viandante, como si de un urinario se tratase, el "agua va" caída sobre él le desangelaba por completo. Estando a lo mío, eso es, a los libros, se me acercó una de las dependienta y me invitó a participar en la presentación de un libro de narrativa histórica de un joven autor. Y a mi, que esas cosas me hacen sentir el líquido en la boca, no dudé en meterme en la cueva y participar del evento. Mi sorpresa fue mayúsculas y llena de acentos al comprobar que tan solo había tres personas. No fue la sonrisa del autor la que me cautivó para quedarme, sino la vergüenza de salir y dejar ese acto cultural entre tan pocos. Si el autor no tenía sensación de ridículo ante tan parco público no lo iba a tener un servidor que está siempre dispuesto a aprender. Estando en familia aprendería más.

Por eso,cuando nos hemos vuelto a reunir el Club de Lectura de La Puebla, he sentido una enorme satisfacción al comprobar que el número de asistentes es grande si lo comparo con lo ocurrido en Toledo. Más o menos nos mantenemos entorno a las quince personas, aunque somos más los citados. Pero el agrado de mi ser no viene por el número, ni por los que formamos esta comunidad parlanchina. El gusto viene por esa tertulia se surge de la naturalidad de cada uno, de la espontaneidad de su comentario, de la interpretación de su forma de leer ese párrafo. Para nosotros, leer o releer El Hereje de Miguel Delibes, supone no solamente un gesto literario, sino acrecentar y reconocer el valor cultural que en su día tuvo La Puebla de Montalbán con la representación del Sermo Medieval, de la importancia que tiene el Festival de agosto y la relevancia que da a esta villa fuera de nuestras fronteras. Todos sabéis que del tema de la Inquisición no me gusta hablar, que es un tema muy delicado, donde no solo la Iglesia es culpable de sus actos. El poder es muy malo si no se sabe llevar ni tener. Pero Miguel Delibes nos muestra, desde este homenaje a su Valladolid natal, el deseo de libertad,la búsqueda de la verdad y el deseo de ser coherente uno mismo con los principios que la conciencia va marcando en las diversas etapas de la vida. Creo que el buen ambiente que se vive en el Club de Lectura se ve en ese "Tercer tiempo", cuando ajenos a los libros y en medio de una cerveza, contamos nuestra vida y hablamos de nuestros proyectos. Para que luego digan que los libros solo producen amigos imaginarios.







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