miércoles, 4 de agosto de 2010

Benidorm 2010

Con el calor que está haciendo en la Mancha mi recuerdo se vuelve hacia Benidorm. También hacía calor, y muy pegajoso, dada la humedad. Pero la playa, la piscina y las oportunas duchas hacían que el ambiente pareciese más fresquito.
Esa palabra que se ha puesto de moda entre nosotros, cuando hablamos del tiempo y se refiere a la sensación térmica que sentimos al percebir la temperatura exterior, hace que muchas veces la reflexión de la calle mida sus palabras cuando al termómetro se refiera. Sobre todo este año, que hemos tenido un invierno duro, donde las temperaturas han bajado del cero grados, y en estos días veraniegos casi superamos los cuarenta. No me extraña que la mente humana desee cambiar; cuando hace frío deseé el calor, y cuando estamos en plena chicharrera el frescor del invierno sea un sueño dorado.
Hoy, que no tengo ganas de moverme de casa, que hago pereza salir hasta la piscina, que no tengo ni ganas de cafés. Hoy parece que el calor se apodera de mi y el sueño de Benidorm se hace lejísimo si pienso que hasta el año que viene no podré volverlo a gozar. El calor me puede y los espejismo se apoderan de mi. A estas horas estaría caminando por Levante en busca de ese refresco de agua salada que ritualiza, como todos los días, y justifica, como todos los días, mi baño playero.
Benidorm, Benidorm, te quiero.

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