jueves, 25 de septiembre de 2008

La Celestina, otra vez.


Si fuera otro esta tarde, nada más terminar las clases, me hubiera marchado a Madrid. No es por ganas, que tengo muchas, es mas bien fuerzas, que noto que me faltan. Este mes de septiembre, entre las clases y las bodas, estoy acabado. No quiero quejarme mucho pues mi familia, desde el lunes está vendimiando, y eso sí que cansa, eso sí que duele.
Si quiero ir a Madrid esta tarde es por ser hoy uno de esos pocos días que en el Teatro de la Zarzuela se va a representar la ópera de Nin Culmell, La Celestina, con Alicia Berri.
Los críticos dicen de ella que es un acontecimiento musical que vale su peso en oro. Hace unos días, Radio Clásica, retransmitió la ópera desde dicho teatro, pero no pude escucharla por tener una importante visita. Mi gran amigo, el Doctor Marín, experto en este tipo de audiciones, me comentó que le había gustado mucho, que era una obra difícil, con carácter arcaizante y tintes oscuros, y que le sorprendió los aplausos a su término.
Ir a Madrid hoy es un gran riesgo, pues suelen estar agotadas todas las localidades de estos magníficos eventos, más cuando son estrenos mundiales, antes de salir a la ventanilla. Como siempre, buscaré el disco, leeré el libreto y me creeré que estoy, con los ojos cerrados, en el teatro de La Puebla de Montalbán, que falta le va haciendo. Porque soñar es gratis, pero hay sueños que ya van siendo hora que se conviertan en realidad.
Después de la siesta llamo al Teatro de la Zarzuela. Hay localidades. Lo siento mucho pero he sido muy feliz soñando la siesta.

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