jueves, 11 de septiembre de 2008

El verano se acaba





Encontré, hace unos días, una carta en el Barrio Judío. Muy claramente se puede leer el nombre de la destinataria. Lo que más llama la atención es el sobre franqueado por una buena marca de coche, con bonita decoración y un lema encima del nombre de la señorita que dice: El verano se acaba.

Mientras en varias ciudades europeas se preparan macro fiestas para despedir el verano este fin de semana, lo cierto es que el otoño se ha metido en nuestro hábitat a pasos de gigantes. Madrid anuncia otra noche en blanco para la noche del sábado; museos abiertos hasta altas horas de la noche, rincones nocturnos teatralizados, restaurantes que alargan su hora de cerrar, espectáculos en plazas y calles. Lisboa no se queda atrás y anuncia en sus playas una gran fiesta para despedir lo que aún quede de verano. Parece ser que es necesario hacer duelo del agosto de nuestra vida.

Todavía no he tenido tiempo de colgar en el Blog las fotos de mis vacaciones de este verano y me veo sorprendido, incluso en mi cuerpo, de los cambios climatológicos de este tiempo. Ni el verano ha sido tan "indiferente" como lo titulé en los primeros días, criticando la novela de Cesare Pavese, El bello verano, ni el final ha sido tan espectacular. Marché este primer fin de semana de septiembre a Lisboa, quería poner broche de oro a mis vacaciones. Pero ha sido una grave descomposición y un fuerte cólico el que ha puesto un final feliz y brillante al periodo estival.

El verano ha sido lo que ha sido y me gustaría sacar lección de su reflexión. Mientras me preparo hacia un nuevo otoño en el que veré cómo los brotes primaverales que inspiraron una forma de hacer vida pasaron al brillo y la energía del tiempo estival que empiezan, como hojas secas, a desprenderse de mi árbol. No es el final, es la continuidad del ciclo vital.

No hay comentarios: