miércoles, 6 de octubre de 2010

TOLEDO, una ciudad con alma.

Por unos asuntos personales ayer tuve que ir a Toledo. Me fui unas horas antes para poder ver y hablar con un amigo que gustosamente, como en otras ocasiones, se invitó a comer. No sé por qué, pero Toledo me sabe a cocido, y ayer comí cocido, y muy rico, por cierto.
Callejear por Toledo es una delicia, sobre todo si tienes tiempo. Sus calles tan estrechas que casi abriéndote de brazos tocas ambos muros de la calle. Toledo parece una ciudad de contrastes; puedes encontrarte con edificios muy antiguos con retoques vanguardistas y asomada a la ventana una abuela de la postguerra. La postal está servida.

Toledo es una ciudad para ser vista y para ser mirada. Uno puede ver esta antigua Ciudad, Patrimonio de la Humanidad, como cualquier turista que, desde Madrid y con prisas, deseas fotografiar en sus monumentos más significativos que aparecen en las guías. Pero también como turista, pero sin tanta prisa, puedes mirar la ciudad en sus recónditas calles y rincones, en sus ventanas y balcones, en sus miles de detalles que hacen de Toledo una ciudad única.


Mi amigo me habló del Camino de Santiago que había recorrido este verano junto a otros amigos. Las azañas del camino, las aventuras del camino, la picaresca del camino, el sentido del camino, yo mismo lo sentí ayer en Toledo. Si la vida se hace camino, mi camino me lleva a Toledo donde tengo que volver porque el camino se retuerce y tengo que volver. Mi camino no me lleva a Santiago, la moraleja de la vida la encuentro en Toledo.



"Toledo es la ciudad donde nací. Una ciudad con alma" Es lo que encontré en unos sobres timbrados por mi amigo. No me llamó la atención la frase, sino el tamaño de la frase. El destinatario debe sentirte intimidado ante dicha misiva pues escasamente hay espacio para su nombre, su dirección y su provincia. En el sobre solo se ve y se nota la importancia de sentirse toledano.

Yo soy toledano, pero reconozco que no tengo orgullo. A cien kilómetros de distancia, en las tierras de molinos y aventuras, en un lugar de la Mancha de cuyo nombre no Quero acordarme, nací. Pocas veces he dicho que soy toledano, mas bien me lo han dicho y me lo dicen. Yo soy manchego y mi capital es Alcázar de San Juan. Para mi, Toledo es una ciudad de médicos, de papeleo, de dolores y angustias. Reconozco que es una ciudad que tiene alma y que ha perdido, gracias a Dios, esa sensación rancia del pasado. Sus gentes, abiertas a los nuevos tiempos, modernizan y actualizan sus vidas haciendo de lo suyo un patrimonio enriquecedor.

Será una suerte nacer y ser de Toledo, pero creo que es mejor ir y volver a esta bella Ciudad.





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