sábado, 9 de octubre de 2010

Qué cosas tiene el señorito.

Siempre me he reído mucho con la frase de Gracita Morales en su personaje de chacha haciendo referencia al señor de la casa. "Hay que ver las cosas que tiene el señorito". En estos días en los que la palabra "señorita" ha creado malestar a un determinado grupo de mujeres me ha venido a la mente otro sector femenino en el que dicha palabra ha sido un cumplido. Llamar a una mujer señorita cuando se tiene edad y cargo en vez del término señora me ha abierto puertas y corazones. Incluso personalmente, siento malestar cuando entro a un bar o un comercio y me preguntan qué desea el señor. Si fuera por educación o protocolo lo concedería como un saber estar y un saber decir. Pero si antes te percatas que al joven que hay a tu lado lo ha tratado de tú sin venir a cuento percibes que a los ojos de ese camarero las arrugas del rostro confiesan mi edad.
Pues ¡Vaya cosas que tiene el señorito! ¡Vaya cosas que tiene el señorito Alfonso Guerra! Que se lo coman por la intención, el tono o la musicalidad de la palabra lo entendería. ¡Pero por la palabra señorita! Cuantos alumnos he tenido y tengo que a sus profesoras las llaman así, señorita. Ni el tono ni la palabra es descortés, más bien tiene afecto y mucho respeto.
No veo el problema. Bueno, sí. Ahora veo el problema. Nunca me he sentido identificado con Alfonso Guerra, pero reconozco que ha sido de los políticos que he leído su discurso y he reflexionado sus palabras. Ante lo visto creo que el señorito Guerra ha sido un señor pidiendo disculpas y las señoritas se han convertido en chachas del señor.
Que hay que decir aquello de compañeros y compañeras, yo creo que soy de los pocos que utilizo ese saludo en lo mío. En los tiempos en los que vivimos, de setas y piñas, como se está diciendo, no se construyen proyectos ideológicos si hacemos rencillas por una palabra. Creía que tenía simpatía por esta señorita, pero me doy cuenta que tengo admiración por este Señor.




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