martes, 15 de diciembre de 2009

3º Vela del Adviento. Un Hospital con esperanza.

La tercera vela del Adviento se la pondría a esa niña de la cual hago referencia en el último Buenos días, aquella que miraba el árbol de Navidad de Callao y comprobaba que era demasiado grande. Pero creo que la tengo que compartir la luz de la tercera vela del Adviento con la experiencia del Hospital que tengo. Hay un fraile ingresado en él. Me llama la atención que el camino para ir es de subida y para volver, lógicamente, es de bajada.
En estos días de ambiente navideño uno puede ver cómo la decoración ambiental y festiva solo ocupa una parte de la gran avenida en la que se encuentran dos calles, superada la primera uno entra en tristeza ante la falta de luz y color; como si para llegar al Hospital uno tuviera otro tipo de esperanza menos brillante y colorida, pero sí más realista y afectiva. Menos mal que el personal del Hospital no carece de sensibilidad y, en sus tiempos libres, por no decir muertos que aquí sonaría muy mal, han extendido por las plantas un poco de sensibilidad navideña.
Son los enfermos los que necesitan alegría. Son los enfermos los que necesitan esperanza. Son los enfermos los que necesitan buenas noticias que hagan de sus vidas motivo de salud, bienestar y felicidad. Por ellos, por esos médicos, esas enfermeras, esos auxiliares, esos hombres y mujeres que trabajan en los Hospitales y tratan con sus sonrisas y sus manos hacer la vida más agradable a los que escasamente tienen vida, los que se merecen que la luz de la tercera vela de la Corona del Adviento, la luz de la alegría, la luz gaudete, brise en su interior para iluminar a sus pacientes que buscan en ellos el Adviento de una buena esperanza.

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