jueves, 13 de agosto de 2009

QUERO

Preguntaba un cantante qué es el paraíso para ti. Si le pudiera responder le diría que para mí el paraíso está en Quero, entre mis padres y mi sobrino. No es una belleza física, si un valor trascendental que supera los sentimientos que se ven. Quero es mi pueblo, el lugar donde nací. En Quero está mi familia. En Quero, sus calles, guardan ese sabor de la infancia y los primeros años de mi juventud donde, dejando de ser niño uno va descubriendo lo que es ser hombre. Soy orgulloso de mi tierra y de mi gente; no soy un orgulloso empedernido de que lo mío es lo mejor, pues muy pronto descubrir alturas y profundidades que me hicieron relativizar lo mío.

En Quero cargo las pilas, supero achaques, recargo optimismo. Es como un valor infinito que no se puede describir, aunque su infinitud está cargado de finitudes.

Este verano, en todos mis desplazamientos, he hecho parada y fonda. Como un filtro de pasiones, sus aires salados me han ayudado a recuperar la calma, el ánimo y la ilusión. Y es que no hay nada como la teta de una madre para ver la vida con otros ojos. Pero había que para y agradecer públicamente a mi gente el trato dispensado, el respeto mostrado y el cariño ofrecido. Mejor marco que el de las fiestas patronales no podía ser. Días antes la patrona, la Virgen Nuestra Señora de las Nieves, había sido proclamada Alcaldesa Perpetua de la Villa de Quero. Acontecimiento que aglutinó a feligreses, hermandades y devotos de los pueblos de alrededor.

Si algo debo de destacar en estos días es el rico diálogo con mi viejo profesor, Don Cesar, que apunto está de cumplir 90 años. Destaco sus palabras humildes llenas de enseñanza. Destaco sus gestos y reverencias hacia mi persona. Destaco sus escritos que como memorias pueden ser un tesoro escondido en unas páginas en blanco que todos sus alumnos deberíamos de aprovecharnos.

Me ha gustado disfrutar de su cine de verano en el Molino y de su amor al Teatro con la puesta en escena de una obra hecha con el esfuerzo de sus mujeres. Me río al recordar que fue viendo esta obra de teatro cuando por diversas circunstancias mi asiento se abrió de patas y yo me vine al suelo. Me gustó ver cómo mi sobrino subía a recoger un premio por jugar a la petanca.

Quero ha tenido estos días una luz misteriosa, una energía oculta, un sabor especial. Sí, el de sus fiestas, el de la amistad, el de la familia. Sí, pero algo más que me ha llevado a dar las gracias públicamente con humildad. Por eso digo, de nuevo con humildad, que el paraíso está en Quero. Descúbrelo.

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