martes, 29 de marzo de 2011

El Viaje de mi Vida.




Pisamos Jerusalén. Es emocionate, aunque sea desde el autobús, ver y rodear la muralla de la Ciudad Santa. La oración de la mañana suscitan muchos pasajes bíblicos y las vistas muestran una tierra y unas gentes que parecen que sacados de las cristológicas películas que se nos agolpan en la mente. Solo faltaban los soldados romanos, pero los controles policiales judios te hacen ponerte en situación. Calles estrechas, situaciones límites, personas de otra época, un continuo olor a especie y un sol fuerte son algunas de las percecciones que uno tiene nada más entrar a la Ciudad de Jerusalén.

Jerusalén. Su nombre ya dice muchas cosas. Pisar la Ciudad Santa es una suerte incalculable.

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