lunes, 12 de abril de 2010

Imágenes de una Pascua.

Salvatierra, un pueblo precioso de Álava, acogio el Misterio de nuestra Fe. La Pascua Marista había sido preparada con anterioridad y se notaba por el extraordinario cuadernillo que teníamos los animadores. Se notaban muchas horas de trabajo, de quebrarse la cabeza y de hacer creible lo que íbamos a celebrar. La Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo.
Llegamos a Salvatierra el miércoles por la noche. Habíamos salido de Guadalajara a las tres de la tarde con un sol espléndido. Mientras esperábamos a los chavales de Madrid y Toledo me tumbé en la plaza de Chamberí para aprovechar los rayos de sol que nos regalaba el día. Y yo con la maleta llena de ropa de abrigo. Cómo está el tiempo. Pasado Burgos las nubes se apoderaron del día, de la luz y de la carreterá. Empezó a llover y a granizar. Daba miedo. Llegamos a la hora de cenar.


SAL DE TU TIERRA era el lema escogido. Cada día tenía como un subtítulo que motivaba la jornada. Sal de tu Comunidad. Sal de . Sal de tu Comodidad. Poco a poco el mensaje de la Pascua les fue llegando a los chavales con palabras, reflexiones y detalles que trabajaron durante esos días vividos allí.

Me encantó encontrarme con mis hermanas Clarisas. Fue como sentirme en casa. Salvatierra es un pueblo medieval; tres calles, dos iglesias, unas monjas de clausura, un polígono industrial y una zona residencial. Precioso. Un pueblo lindo. Confieso que el eusquera me atemorizaba, más cuando veía las enormes pintadas de Gora ETA. Pero uno se hace a las voces. La Pascua fue posible en Salvatierra.



Me sorprende haber celebrado la Pascua de este año con ochenta jóvenes de quince años, de 3º de la ESO. Es verdad que eran de distintas procedencias; Toledo, Madrid, Bilbao, Zaragoza, Logroño, Guadalajara. Pero quién reune a ochenta jóvenes para celebrar algo liturgicamente.
Pasados los días, recuperado del cansancio y hecho a la nueva hora, mi reflexión es muy buena con respecto a los chavales, al lugar, a los días, a las celebraciones, a todo. Tal vez, por pedir algo que nos supere en años próximos, un poco más de formación a los animadores. Pero solo eso, aunque vaya para ellos mi admiración, mi aplauso y mi cariño. Son extraordinario. Con lo bien que podrían haber estado con sus padres por ahí, en un viajecito, en el pueblo, o con los amigos, es de reconocer el valor que tiene dejar su tierra, sus seres queridos, sus cosas, sus buenos ratos, por aguantar ochenta chavales de esta edad, de esta tonta edad. Como todos hemos pasado por esta fiebre creo que me entendéis.
Por último. Solo una palabra. O dos.
Feliz Pascua.





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