jueves, 16 de julio de 2009

Vamos a la playa asturiana.

No me lo puedo creer. Esta mañana podría decir que era primaveral, pero poco a poco la temperatura iba subiendo, de tal forma que apetecía ir a la playa por la tarde, ya que he sudado mucho en la siesta. Y así fue. Por la tarde, a eso de las cinco nos dirigimos a la playa, una que hay un poco retirada del casco antiguo. El caso es que se iba nublando, oscureciendo. Tomamos un autobús para llegar. Fue apearnos y bajar a la playa cuando sentimos un fuerte aire húmedo. De pronto dejó de verse Gijón y cuando empecé a quitarme ropa las primeras aguas empezaron a caer. No ha caer, casi granizaba. Una fuerte tormenta nos envolvió. Lo más rápido posible subimos a la marquesina donde nos había dejado el autobús, esta vez repleta de personas que se guarnecían del agua. Como pude, como pudimos, nos metimos dentro. Parecía que tardaba más de lo acostumbrado. Pasó media hora, el agua había creado retenciones para volver a Gijón.
Después hemos tomado un café con vistas al mar. Ha pasado más de una hora mirando al Cantábrico y escuchando música brasileña. Qué gozada. Pero hacía frío. No lo pensaba hacer pero me he visto obligado a comprar un jersey en las rebajas. Si el café fue otoñal, la cena parece ser invernal. En un día han pasado las cuatro estaciones por la cornisa cantábrica. Y estoy seguro que mi madre se está asando de calor en Quero.

No hay comentarios: