domingo, 5 de julio de 2009

Vacaciones en crisis.

Poco a poco estoy tomando el pulso a la ciudad de Guadalajara, no tengo mucho tiempo para hacerla mía pues tengo que desempaquetar todo lo que traje y hacer de mi habitación un lugar habitable. Salgo por la noche, las altas temperaturas no dejan otra opción. Mi nuevo paseo del colesterol es el camino que lleva a la estación del tren y un paseo junto a la ribera del río que refrigera el cuerpo.
Pero miento, el otro día salí a llevar unos paquetes y decidí tomarme un café solo, mientras hablaría con un amigo para organizar mejor las vacaciones. Mi sorpresa fue mayúscula cuando el camarero me dijo que eran 2€. Tal tuvo que ser la cara que puse que el pobre chico se armó en justificar un café que no tenía ningún aperitivo dulce que le acompañara. El caso es que por la noche, cuando salgo a pasear, veo en Guadalajara todas las terrazas repletas, no hay mesa libre. Mientras se nos habla de crisis. ¿Crisis? Si el café costó lo que costó, que verguenza me da escribirlo, cuánto costará la mesa llena de refrescos y bebidas. Y así todas las noches.
Tengo un amigo que dice que la crisis es un invento de Zapatero, porque vayas a donde vayas, siempre encontrarás todo lleno. Y razón no le falta. Pero también está llena, cargada y alargada, la cola de Cáritas. En la parroquia, el pasado jueves, aguardaban su apertura muchas personas, la mayoría de otros países; aunque también se podía ver algún español.
No creo que vuelva sentarme a tomar un café, por lo menos en esa terraza. Porque de así hacerlo peligran mis vacaciones. Y unas vacaciones en crisis son más difíciles de soportar que las altas temperaturas o la presunción del vecino. Este verano no hay café.

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