miércoles, 10 de octubre de 2007

Ordenación de Diácono

Hace unos días, un amigo que tengo en Tierras Lejanas, me comunicaba la noticia de que estaba discerniendo la idea de ingresar en el Seminario y hacerse sacerdote. La verdad es que no me extraña, este verano he conocido a su madre y ese refrán que dice "De tal palo tal, tal astilla" podría recoger muy bien las impresiones que me llevé tras visitar su casa. Si mi amigo está continuamente deseando, desde su labor docente, la santidad, de llenarse de Dios, de ofrecerse a los demás; su madre no se queda atrás y las palabras le sobran, ya que, desde su edad y achaque, sirve a su marido, enfermo de una parálisis cerebral, lo mejor que puede.
Este domingo, 7 de octubre, estuve en Getafe, en el Cerro de los Ángeles . Mi amigo Ángel Villaplana, también procedente del mundo de la Educación, daba sus primeros pasos acercándose al sacerdocio con su ordenación de Diácono. Recuerdo muy bien cómo lo conocí. Iba a presidir la boda de su prima y me comunicaron que iba a leer él. Raro es que lea la gente en misa; por lucirse y tener un detalle con la novia cualquier amiga hace el sacrificio. Pero me extrañó más que leyese un chico, ya que conozco bien a la familia de la novia. "Mi primo va a leer". Creo que no fui justo con él, antes de enseñarle las lecturas que iba a leer le hice un escrutinio del cual salí gratamente derrotado y de él nació la amistad con Ángel. No solo sabía leer, ¡cómo no va a saber leer un profesor de Física y Química!. Ángel leía todos los domingo en su parroquia y desde hacía un año estaba teniendo contactos con el Seminario de Getafe. Cuando el domingo le vi ya vestido de cura, con su alzacuellos romano, la verdad es que no me hizo mucha gracia; prefiero verle decentemente vestido con su traje y corbata. Pero sí sentí la alegría de ver a mi amigo llegar a abrazar lo que tanto ha deseado. Su párroco también se le veía emocionado cuando le imponía la estola diaconal y la dalmática. Al acto, para mi sorpresa, fueron varias personas de La Puebla, más de las que yo pensaba, las que acudieron a abrazar y felicitar a mi amigo Ángel. Quién más y quién menos reivindicaba su posesión: "es que es mi sobrino", "es que es hijo de mi prima", "es que nosotras somos Villaplana". La que más gracia me hizo fue, La Juliana, del Nogal, esa mujer siempre me arranca la carcajada. Tendría que haberla conocido en sus tiempos.
Por eso, y tras la felicidad que ha encontrado, y que tiene, mi amigo Ángel, me gustaría que sirviese como testimonio, aliento y forma de ser para mi otro amigo, el de Tierras Lejanas. Es verdad que la vocación de cada uno es única y personal. Pero cuando se trata de trabajar por el Reino de Dios y de los Pobres de este mundo, cualquier esfuerzo se hace poco ante tan abundante mies. La oración que mueve montañas y llega a cualquier rincón del Mundo nos ayude, a los Tres, a seguir felizmente trabajando por lo que cree nuestro corazón. ¡Felicidades, Ángel!

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